Wednesday, June 29, 2016

Las políticas de la Reserva Federal causan auges y declives


Desde la crisis económica de 2008-2009, la Reserva Federal (el banco central de Estados Unidos) ha expandido la oferta monetaria en el sistema bancario en más de 4 billones de dólares y ha manipulado los tipos de interés clave para mantenerlos tan artificialmente bajos que, cuando se ajustan a la inflación de precios, varios han sido realmente negativos. No debería sorprendernos si esto está creando un escenario para otra crisis económica grave más adelante.
El 16 de diciembre de 2009, el Comité de Mercado Abiertos de la Reserva Federal anunció que estaba planeando mantener el tipo de los Fondos Federales (el tipo de interés al que los bancos se prestan entre sí para periodos cortos de tiempo) entre cero y un cuarto de un punto porcentual. El Comité decía que mantendría los tipos de interés “excepcionalmente bajos” por “un largo periodo de tiempo”, que se ha prolongado hasta el presente.



Política de la Reserva Federal y expansión monetaria

Desde finales de 2012, el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, anunció que la Reserva Federal continuaría comprando valores del gobierno de EEUU y valores con respaldo hipotecario, pero al ritmo de unos aumentados 85.000 millones de dólares mensuales, una política que continuó hasta principios de 2014. Desde entonces, bajo la nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, ha empezado a “picar” sus compras de valores hasta que en julio de 2014 se redujeron a unos “simples” 35.000 millones de dólares mensuales.
En sus recientes declaraciones, Yellen ha insistido en que ella y los demás miembros del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal, que trabajan como planificadores centralizados monetarios de Estados Unidos, están viendo con cuidado los indicadores macroeconómicos para saber cómo gestionar la oferta monetaria y los tipos de interés para mantener en marcha la lenta recuperación económica general sin miedo a la inflación de precios.
Algunos de los giros económicos importantes en las bolsas en los últimos meses han reflejado preocupaciones e incertidumbres acerca de si la inundación de papel moneda y los tipos de interés de casi cero o realmente negativos de la Fed podrían llegar a su fin. En otras palabras, tomar dinero prestado para iniciar proyectos de inversión o financiar compras de acciones podría costar realmente algo, en lugar de parecer gratuitos.
Cuando los medios no se han visto distraídos por las cortinas de crisis en el extranjero, todas las cuales parecen presumir la necesidad de que Estados Unidos actúe como policía global y pagano financiero del mundo a costa de los contribuyentes de EEUU, la suposición de los expertos de las noticias y muchos analistas de política económica es que la manipulación de los tipos de interés por la Reserva Federal es una responsabilidad buena, deseable y necesaria del banco central.
Como consecuencia, prácticamente todos los comentarios sobre las políticas anunciadas por la Fed se centran en si es demasiado pronto para que la Reserva Federal aumente los tipos de interés, dado el estado de la economía, o si la Fed debería estar ya aumentando los tipos de interés para prevenir una futura inflación de precios.
Lo que se ignora es la cuestión más fundamental de si la Fed debería intentar establecer o influir en los tipos de interés en el mercado. La presunción es que es al tiempo legítimo y deseable que los bancos centrales manipulen un precio del mercado, en este caso el precio de prestar y tomar prestado. Los únicos desacuerdos entre los analistas y comentaristas son sobre si los bancos centrales deberían mantener bajos los tipos de interés o impulsarlos al alza y, si es así, en cuánto.

Los tipos de interés basados en el mercado tienen trabajo que hacer

En el mercado libre, los tipos de interés realizan las mismas funciones que todas los demás precios: proporcionar información a los participantes en el mercado, servir como mecanismo de incentivos para compradores y vendedores y equilibrar oferta y demanda en el mercado. Los precios del mercado trasladan información acerca de qué bienes quieren los consumidores y qué costaría a los productores llevar esos bienes al mercado. Los precios del mercado sirven como un incentivo para los productores para suministrar más de un bien cuando el precio aumenta y para suministrar menos cuando el precio disminuye; igualmente, un precio más bajo o más alto influye en los consumidores para comprar más o menos de un bien. Y finalmente, el movimiento de un precio del mercado, al estimular más o menos demanda y oferta, tiende a poner en equilibrio a las dos partes del mercado.
Los tipos de interés del mercado equilibran las acciones y decisiones de prestatarios (inversores) y prestamistas (ahorradores), igual que los precios de zapatos, sombreros o plátanos equilibran las actividades de suministradores y demandantes de esos bienes. Esto asegura, por un lado, que los recursos que no se están usando para producir bienes de consumo estén disponibles para una inversión orientada al futuro y, por otro, que la inversión no superará los recursos ahorrados disponibles para apoyarla.
Tipos de interés más altos de los que equilibrarían ahorro e inversión estimulan más ahorro de lo que los inversores están dispuestos a tomar prestado y tipos de interés por debajo del punto de equilibrio estimularían a tomar prestado más de lo que los ahorradores están dispuestos a proveer.
Sin embargo hay una diferencia crucial entre el precio de cualquier otro bien que se empuje por debajo del punto de equilibrio y los tipos de interés establecidos por debajo de ese punto. Por ejemplo, si el precio de los sombreros está por debajo del punto de equilibrio, el resultado es una escasez; es decir, los proveedores ofrecen menos sombreros que el número que los consumidores estás dispuestos a pagar a ese precio. Por tanto, algunos consumidores tendrán que abandonar el mercado decepcionados, sin ese sombrero en la mano.

Desequilibrios y distorsiones causados por el banco central

Por el contrario, en el mercado del préstamo la Reserva Federal empuja los tipos de interés por debajo del punto en el que el mercado los habría establecido, aumentando la oferta de dinero en dicho mercado. Aun cuando los ahorradores no estén dispuestos a suministrar más de su renta para que la tomen prestada los inversores, el banco central proporciona los fondos solicitados creándolos de la nada y haciéndolos disponibles para que los bancos den préstamos a inversores. El gasto en inversión excede ahora la cantidad de ahorro disponible para respaldar los proyectos puestos en marcha.
Los inversores que toman prestado el dinero recién creado lo gastan para contratar o comprar más recursos y su gasto extra acaba poniendo una presión al alza en los precios. Al mismo tiempo, se atraen más recursos y trabajadores a estos nuevos proyectos de inversión  y lejos de otras actividades del mercado.
El doble resultado del aumento en la oferta monetaria de la Reserva Federal, que empuja los tipos de interés por debajo de ese punto de equilibrio del mercado, es la aparición de una inflación de precios y un auge inicial de la inversión, siendo ambos insostenibles a largo plazo. La inflación de precios es insostenible porque reduce inevitablemente el valor del dinero en los bolsillos de todos y amenaza con el tiempo con socavar la confianza en el sistema monetario.
El auge es insostenible porque el desequilibrio entre ahorro e inversión acabará necesitando una corrección del mercado cuando se descubra que los recursos disponibles no bastan para producir todos los bienes de consumo que quiere comprar la gente, así como todos los proyectos de inversión que han iniciado los prestatarios.

El banco central produce auges y declives

La insostenibilidad de ese auge inversor inducido monetariamente se demostró, de nuevo, como cierta en el último ciclo económico. Entre 2003 y 2008, la Reserva Federal incrementó la oferta monetaria en al menos un 50%. Los tipos de interés claves, incluyendo el tipo de los Fondos Federales y la letra del Tesoro a un año, fueron cero o negativos durante buena parte de este tiempo si los ajustamos a la inflación. El tipo de las hipotecas convencionales, cuando se ajusta la inflación, estuvo entre en 2% y el 4% durante este mismo periodo.
No sorprende que aparecieran entonces las ahora infames burbujas inmobiliaria, de inversión y de crédito al consumo en 2008-2009. Ninguna de ellas habría sido posible ni sostenible durante tanto tiempo si no hubiera sido por la inundación de creación de dinero de la Fed y consiguientes los tipos de préstamo cero o negativos al ajustarlos a la inflación.
La expansión monetaria y los tipos de interés artificialmente bajos generaron enormes desequilibrios entre la toma de dinero prestado para inversión y vivienda, por un lado, y los bajos niveles de ahorro real en la economía, por el otro. Era inevitable que la realidad de la escasez finalmente alcanzara a todos estos desajustes  entre ofertas y demandas del mercado.
Por supuesto, esto se vio exacerbado por las creaciones del mercado inmobiliario del gobierno federal, Fannie Mae y Freddie Mac. Estas abrieron sus espitas comprando o avalando cada vez más hipotecas que se concedían a un creciente número de prestatarios de alto riesgo. Pero las instituciones financieras que concedían y luego vendían esas hipotecas dudosas estaban, ellas mismas, solo respondiendo a los incentivos perversos que habían creado la Reserva Federal y Fannie Mae y Freddie Mac.
¿Por qué no extender más y más préstamos a compradores cuestionables de viviendas cuando el dinero para financiarlos no tenía prácticamente interés gracias a la Reserva Federal? ¿Y por qué no empaquetarlos juntos y pasárselos a otros, cuando Fannie Mae y Freddie Mac están subsidiando el riesgo sobre la base de “fe y crédito completo” del gobierno de Estados Unidos?

Más errores monetarios en la era post-burbuja

¿Cuál fue la respuesta de la Reserva Federal a la vista del estallido de las burbujas que sus propias políticas ayudaron a crear?  Entre septiembre de 2008 y junio de 2014, la base monetaria (divisa en circulación y reservas en el sistema bancario) ha aumentado en más del 440%, de 905.000 millones de dólares a más de 4 billones. Al mismo tiempo, el M-2 (divisa en circulación y a la vista y una variedad de ahorros y depósitos temporales) creación un 35% durante este periodo de tiempo.
¿Por qué los bancos no han prestado más de esta enorme cantidad de dinero recién creado y generado un grado mucho mayor de inflación de precios del que se ha observado hasta ahora? En parte, se debe al hecho de que después de los años de burbuja salvaje, muchas instituciones financieras volvieron a prácticas más tradicionales de evaluación del crédito para extender préstamos a potenciales tomadores. Esto ha ralentizado el ritmo de aprobación de nuevos préstamos.
Pero lo que es más importante es que esas reservas extraordinarias no están siendo prestadas por los bancos, que están cobrando intereses de la Reserva Federal. Con continuas incertidumbres en el mercado acerca de políticas públicas respecto de regulaciones medioambientales, costes nacionales de atención sanitaria, la carga de la deuda federal y otras deudas no presupuestadas por el gobierno (Seguridad Social y Medicare), así como otras posibles interferencias políticas en el mercado, los bancos han encontrado más atractivo que la Reserva Federal les pague intereses en lugar de prestar dinero a tomadores privados. Y considerando lo bajo que las políticas de la Fed han llevado los tipos clave de interés del mercado, dejar ociosas esas reservas extraordinarias, primero con Ben Bernanke y ahora con Janet Yellen, ha parecido la forma más rentable de usar todo ese poder de préstamo.
Incluso bajo la mano dura de la intervención pública, los mercados son esencialmente instituciones resistentes que tienen la capacidad de rebotar, salvo que la mano gubernamental realmente ahogue la vida competitiva y con ánimo de lucro del capitalismo. Cualquier recuperación real en el sector privado resultará en crecientes demandas para tomar prestado que se satisfarían con todo ese dinero divertido creado por la Fed que actualmente se encuentra ocioso. Una vez que esos cientos de miles de millones de dólares de reservas extraordinarias lleguen a inundar el mercado, la inflación de precios puede no estar lejos.

La banca central como el problema, no la solución

En el corazón del problema está el hecho de que la manipulación de la oferta monetaria por la Reserva Federal impide que los tipos de interés digan la verdad: ¿Cuánta gente está realmente decidiendo ahorrar de su renta y por tanto cuántos de los recursos dela sociedad (tierra, trabajo, capital) están realmente disponibles para respaldar actividades sostenibles de inversión a largo plazo? ¿Cuál es el coste real de tomar prestado, independientemente de las distorsiones de los tipos de interés por parte de la Fed, de forma que los empresarios puedan hacer estimaciones realistas y ajustadas acerca de qué proyectos de inversión podrían ser verdaderamente rentables, sin el riesgo innecesario de verse arrastrados a aventuras en burbujas insostenibles?
Por desgracia, mientras haya bancos centrales, seremos las víctimas de los planificadores centrales monetarios que tienen el poder de monopolio para controlar la cantidad de dinero y crédito en la economía, manipulan los tipos de interés expandiendo o contrayendo las reservas bancarias utilizadas para fines de préstamo, amenazando con la montaña rusa de ciclos económicos de auges y declives y socavando la solidez del sistema monetario mediante devaluación de la moneda e inflación de precios.
Los tipos de interés, como los precios del mercado en general, no pueden decir la verdad acerca de las condiciones reales de oferta y demanda cuando los gobiernos y sus bancos centrales les impiden realizar su trabajo. Todo lo que produce el gobierno con sus intervenciones, regulaciones y manipulaciones son falsas señales y mala información. Y todos sufrimos de esta limitación de nuestro derecho a la libertad de expresión para hablar honradamente unos con otros mediante la comunicación competitiva de los precios y tipos de interés del mercado, sin que los gobiernos ni los bancos centrales se entrometan.

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