La oposición en Venezuela, sin amigos
Por Mary Anastasia O'Grady
Los venezolanos, con la esperanza de
revocar el mandato del presidente Nicolas Maduro, están pidiendo ayuda
internacional a través de la Organización de los Estados Americanos.
Pero incluso conseguir que comiencen las conversaciones en la OEA es
difícil sin la ayuda del gobierno Obama.
Lilian Tintori, esposa del preso
político venezolano Leopoldo López, celebró al lado de Mauricio Macri
cuando este fue elegido presidente de Argentina en noviembre. La alegría
de Tintori se basaba en la esperanza de que el gobierno de Macri se
convirtiera en una voz líder en el tema de los derechos humanos en
Venezuela.
Siete meses después, el gobierno de
Macri ocupa la presidencia rotativa del Consejo Permanente de la
Organización de los Estados Americanos (OEA). Sin embargo, Argentina
está usando el puesto para bloquear una discusión en la reunión de la
Asamblea General de la OEA que tendrá lugar en República Dominicana esta
semana para tratar la falta de respeto de las normas democráticas en
Venezuela. La crisis venezolana no está siquiera en el orden del día.
El gobierno de Obama no está ayudando.
El Departamento de Estado dice estar “profundamente preocupado” por las
formas no democráticas de Venezuela. Pero aunque EE.UU. paga las cuentas
de la OEA y podría usar su influencia para insistir en que se discuta
el tema, no lo ha hecho.
La discusión es un asunto urgente. La
constitución venezolana permite un referéndum revocatorio del mandato
presidencial. Si la votación se lleva a cabo antes de finales de este
año y el voto por el “sí” gana, Nicolás Maduro será desplazado y habrá
nuevas elecciones en 30 días. Pero si el referéndum se retrasa hasta el
próximo año, como desea el gobierno, un voto por el “sí” significaría
que el vicepresidente de Maduro termine el plazo y que su partido
mantenga el control hasta febrero el año 2019.
A través de la OEA, los venezolanos
ruegan a la comunidad internacional que presione al gobierno de Maduro
para que respete la constitución. Macri está en el medio. La prensa
especula que su posición es la contrapartida del apoyo de los países
bolivarianos a la campaña de Argentina para que la ministra de Asuntos
Exteriores, Susana Malcorra, lidere la Naciones Unidas.
Argentina lo niega. El viernes, el
Ministerio de Relaciones Exteriores me dijo en un documento escrito que
prefiere apoyar el “diálogo” entre las partes en Venezuela. Pero la
oposición no tiene nada para dar a cambio: el referéndum en 2016 y la
libertad para los presos políticos son derechos reconocidos por la
constitución. ¿Propone Argentina que las libertades civiles deben ser
negociables? Como las vías institucionales para resolver la crisis
política en Venezuela están cerradas, una nación frustrada se está
acercando a una explosión.
El sitio web venezolano El Cooperante
publicó el miércoles un video de gente saqueando un camión que
transportaba pollos vivos en una carretera del estado Lara. Las imágenes
capturaron la cuasi anarquía que ahora define la vida cotidiana en
Venezuela. La semana pasada, el coordinador general del Observatorio
Venezolano de Conflictividad Social, Marco Antonio Ponce, dijo a la
agencia de noticias española EFE que en los últimos cinco meses su
organización ha documentado “146 incidentes de saqueo y 108 intentos de
saqueo”.
El saqueo no es sólo para obtener
alimentos, según Ponce, que calificó a aquel como “[una] protesta con
características violentas”. Él dice que en los últimos cinco meses se
han producido un total de 2.779 protestas en todo el país, y que su
número mensual está en constante aumento. Los manifestantes que piden
alimentos, servicios básicos y libertades civiles a menudo chocan con la
Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana.
Con frecuencia, el resultado es la
brutalidad patrocinada por el Estado contra civiles desarmados. La
semana pasada la Guardia Nacional permitió que matones
progubernamentales golpearan a miembros de la oposición en la Asamblea
Nacional que protestaban por la demora del gobierno en aprobar la
convocatoria al referendo de revocación.
Luis Almagro, secretario general de la
OEA, quiere hablar en la reunión de Santo Domingo sobre las varias
violaciones por parte de Venezuela de la “carta democrática” de la
organización, que requiere que sus miembros defiendan la democracia.
Él está bien preparado. Su devastador informe
de 130 páginas, publicado el 30 de mayo, documenta la escasez de
alimentos, medicinas, equipos médicos, electricidad y agua. El reporte
observa el deterioro de la nutrición debido a los altos precios y las
largas colas, y hace sonar la alarma sobre los aumentos de la malaria y
el dengue, la incapacidad del Estado para proporcionar datos cruciales
sobre la salud pública y el aumento de la mortalidad neonatal y materna.
El informe de la OEA documenta la
degradación de la seguridad pública, el aumento de la corrupción, la
práctica de mantener presos políticos y la eliminación de la
independencia del Tribunal Supremo. Ese tribunal suprime regularmente
las leyes aprobadas por un congreso controlado por la oposición, entre
ellas una que habría liberado a los presos políticos. La
inconstitucionalidad del intento de Maduro de retrasar el referendo
también es analizado con detalle.
Puede ser que Almagro no tenga los votos
en la Asamblea General de la OEA para sancionar a Venezuela. Pero poner
los hechos sobre la mesa dejará sentado en el expediente lo que algunos
miembros de la OEA quieren ignorar y prefieren no hablar porque se han
puesto del lado de Maduro.
En cuanto al presidente Obama, el ex
presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, quien apoya retrasar el
referendo revocatorio hasta el próximo año, dijo el viernes al diario
El País que el plan de “dialogar” con la oposición hasta entonces cuenta
con el respaldo EE.UU. No es extraño que Macri haya dado la espalda a
Tintori en su hora de necesidad.
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