La libertad digital
Por Horacio Giusto
La humanidad constantemente ha
evolucionado y se ha revolucionado en búsqueda de su libertad. Intentar
que el hombre posea cada vez mayores rangos de acción conllevó a que
múltiples ciencias aplicaran sus conocimientos en favor del libre
albedrío. La evolución de la ciencia informática es un claro ejemplo de
cómo el conocimiento sirve a la autonomía del hombre, ya que sea
transportando una simple netbook o utilizando diversas aplicaciones
desde un celular, el hombre puede disponer muchas veces de su trabajo,
su tiempo o su dinero en cualquier espacio. Más aún, la maravilla de la
comunicación en tiempo real otorga la increíble oportunidad de conectar a
las personas independientemente de su distancia, permitiéndoles
afianzar relaciones de todo tipo o concretar negocios para el progreso
de cada individuo.
Esta evolución llega, como no podía ser
de otra forma, también a la esfera de la política. Desde hace décadas se
ha intentado fomentar la doctrina del “Gobierno Abierto”. Si bien el
concepto tiene su origen en la década de 1970 en Inglaterra, muchos
países a nivel mundial como Nueva Zelanda, Estados Unidos o España,
paulatinamente han incorporado dicha doctrina. Hablar de gobierno
abierto implica utilizar las herramientas digitales que la ciencia
provee para afianzar los valores republicanos y asentar una democracia
más transparente y participativa. En este sentido Guy Sorman (filósofo,
periodista, autor y economista de origen francés) expone en diversas
obras claramente cómo al implementar un gobierno abierto se fortalecen
las instituciones de los Estados, esencialmente lo que es el control
presupuestario que realizan los privados sobre la administración
pública. Un gobierno informatizado genera cambios más allá de la mera
transparencia. La participación mediante las redes permite que cada
individuo se pueda involucrar de manera más directa en las decisiones
plebiscitadas de manera on-line, tal como sucede en Chile, que desde el
año 2012 es encuentra dentro de la alianza “Open Government Partnership
(OPG)”. Las gestiones públicas gozan de mayor legitimidad desde el
momento en que cada accionar es referenciado por el sector
contribuyente, que es en definitiva la parte de la sociedad que sostiene
y financia el actuar administrativo del Estado.
Fomentar el desarrollo de capitales y
tecnología no es un fenómeno separado de la cultura, la política y la
economía. En la antigua Grecia, las Asambleas, que tenían funciones
institucionales primordiales para el desarrollo de la sociedad, desde ir
a una guerra hasta elegir un funcionario, eran un órgano de
participación directa del ciudadano, sin la necesidad de representación
legislativa. Esa moral pública en la que cada persona destinaba parte de
su valioso tiempo al desarrollo político de la Ciudad hoy puede volver a
aparecer gracias a la tecnología. Un mero dispositivo no va a generar
un cambio paradigmático en lo cultural, en el que los habitantes quieran
involucrase en la lucha por sus derechos individuales, pero sí es un
buen comienzo que cada sujeto tenga al menos la oportunidad desde el
confort de su hogar de incidir en las políticas públicas. Karl Popper, a
mitad del S. XX, en su obra magistral “La sociedad abierta y sus
enemigos” demarcaba cómo los gobiernos que se han cerrado
burocráticamente terminan siendo totalmente nefastos para sus
poblaciones, sobre todo en materia económica. Se podría citar el claro
caso de Cuba, lugar en el que el régimen castrista durante décadas
prohibía el uso de internet para gran parte de la sociedad civil,
evitando que se tuviera información relativa a las condiciones de vida,
gobierno y mercado que se gozaban en otros países.
Argentina crea el Ministerio de
Modernización el 10 de Diciembre de 2015. Posiblemente sea la medida más
inteligente a futuro que pudo tomar el gobierno del “cambio”. Si uno
analiza este caso particular verá que esta Nación viene acompañando la
idea de integrarse al mundo y dotar de mayores libertades a su
población. Es rescatable que dicho Ministerio paulatinamente, al
digitalizar el país, vaya disminuyendo parte del gasto público por
requerir menos insumos, pero el eje fundamental pasa por su rol de
capacitar y jerarquizar el empleo público. Argentina puede ser un
verdadero ejemplo a nivel mundial de cómo solucionar el problema del
Estado gigante que limita la libertad civil. Piénsese que si el sector
privado puede tramitar sus obligaciones municipales, provinciales o
nacionales desde una simple computadora personal se estará ganando más
tiempo propio para trabajar o disfrutar libremente de lo que quiera.
Además de ahorrar tiempo en filas interminables por el exceso de
burocracia, elemento típico en muchos países latinoamericanos, el país
digitalizado no padece el cercenamiento de libertades cuando los
sindicatos en búsqueda de mayores privilegios irregularmente cortan los
servicios o impide la libre circulación por los espacios públicos.
Así pues, es válido sostener que el
desarrollo del capital, acompañado de un cambio cultural, pueden asentar
definitivamente los valores de la libertad en cada Nación. En pleno S.
XXI todavía hay países que designan funcionarios por criterios políticos
y no por capacidad, ralentizando el funcionamiento administrativo y
perjudicando al sector productivo, más el enorme gasto que esto implica
al Estado. Modernizar implicará que el contribuyente participe en
decisiones políticas, se ahorre tiempo que destinaba al trámite
burocrático para invertirlo en lo que desee y fundamentalmente pagará
menos impuestos por cuanto el Estado es más chico y eficiente.
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