Manuel Llamas
¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué está en riesgo el euro? Y, sobre todo, ¿hacia dónde vamos? Estas y otras cuestiones son abordadas por Philipp Bagus en su obra La tragedia del euro, que tras cosechar un notable éxito en el extranjero acaba de ser traducida y editada por Unión Editorial. Bagus, profesor de Economía y experto en teoría monetaria y del ciclo, disecciona con maestría, concreción, sencillez y mucha puntería un tema tan complejo y, a la vez, tan esencial para todos como el de la moneda única. Este libro, de poco más de 200 páginas, logra sintetizar de forma brillante y, sobre todo, comprensible para el lector no avezado en temas económicos la historia del euro, analizando tanto su origen y funcionamiento como sus fallos y resultados.
Según su exposición, el euro es, en esencia, una historia de intrigas políticas, lucha de poderes en el seno de Europa y pactos entre bambalinas en contra de los intereses de los contribuyentes para dar cumplimiento al sueño del imperialismo francés y de los países más inflacionistas y deficitarios del continente: acabar con el otrora todopoderoso Bundesbank, uno de los bancos centrales más sólidos y ortodoxos de la segunda mitad del siglo XX. Efectivamente, muy atrás queda ya la idea que dio origen a la actual UE. Y es que el llamado mercado único ha terminado transformándose en una gigantesca estructura burocrática que tiene por objeto convertirse en un Estado descomunal, carente de límites competenciales y controles democráticos.
"Con la desaparición de los estados nacionales, el mercado europeo se convertirá en una nueva Unión Soviética". Así denuncia el autor la peligrosa deriva que está tomando la UE con la crisis del euro. El proyecto europeo, plasmado en el Tratado de Roma de 1957, fue un éxito de la visión liberal de Europa, pues reconocía y garantizaba cuatro libertades fundamentales: las de circulación de bienes, capitales, personas y servicios. Y sin necesidad de crear superestado alguno. Sus precursores partían de la inequívoca convicción de que tan sólo el libre comercio podía garantizar la prosperidad y una paz duradera a una Europa devastada tras dos guerras mundiales en apenas un cuarto de siglo.
Sin embargo, con el paso de los años este logro acabó sucumbiendo ante el Estado francés y su visión socialista. El punto de inflexión se produjo tras el fin de Bretton Woods, el último anclaje al patrón oro. Este sistema, implantado en 1946, permitía a los bancos centrales canjear sus dólares por oro de la Reserva Federal de Estados Unidos. De este modo, las distintas monedas mantenían una paridad fija con el dólar y, por tanto, con el oro. Pero, puesto que, al fin y al cabo, la estabilidad del sistema dependía en última instancia de la política monetaria de Estados Unidos, su colapso era cuestión de tiempo. Washington, a través de la Reserva Federal, inundó de dólares medio mundo para aumentar el gasto público y costear las guerras de Corea y Vietnam. Como resultado, sus limitadas reservas de oro descendieron al tiempo que los dólares depreciados se acumulaban en los balances de los bancos centrales de Europa; hasta que Francia reclamó canjear sus dólares por oro. Fue entonces cuando Richard Nixon, ante la imposibilidad de afrontar los pagos, decidió suspender la convertibilidad del dólar en oro. El sistema monetario quebró, EEUU devaluó el billete verde y las monedas, ahora del todo fiduciarias, empezaron a fluctuar libremente, con tipos de cambio flexibles.
El fin del anclaje al oro dibujó un nuevo sistema en el que los gobiernos europeos carecían de todo límite a la hora de financiar sus déficits mediante la emisión de moneda (creación de nuevo dinero sin respaldo real). Pero no todos apostaron con igual ímpetu por estas recetas inflacionistas. Alemania, gracias a su banco central –el Bundesbank–, mantuvo una política monetaria más moderada, centrada en el control de precios. La ortodoxia alemana marcó a partir de entonces la política económica en Europa. Las fuertes fluctuaciones de los tipos de cambio se convirtieron en el mayor problema del continente. El despilfarro de los gobiernos más irresponsables se traducía de inmediato en la depreciación de sus monedas con respecto al marco alemán. La alta inflación y las devaluaciones ponían al descubierto las erráticas políticas de los gobernantes europeos, que sufrían así el consiguiente castigo de los electores.
Fue, precisamente, en esa etapa cuando comenzó a cobrar fuerza la necesidad de crear una moneda única y, por tanto, un único banco central europeo, en el que todos los estados miembros estarían representados, para sustituir al inflexible Bundesbank. Francia lideró esta batalla, y la oportunidad le llegó tras la caída del Muro de Berlín. El libro detalla cómo se fraguó el pacto entre Helmut Kohl y François Mitterrand para crear el euro en 1990 y acabar así con la hegemonía del incómodo marco, en lo que el autor no duda en tildar como un "golpe de estado" contra los alemanes. No en vano, "la entidad había obligado repetidamente a otras naciones a restringir la impresión de dinero [para financiar sus déficits] o a reajustar sus tipos de cambio". Pero ¿por qué renunciaría Alemania al marco? El euro sería el precio de la reunificación alemana, según las declaraciones, documentos y abundantes referencias que recoge Bagus. "Sin una moneda común, todos estamos bajo dominio alemán. Cuando suben sus tipos de interés, nosotros los seguimos (...) Solo seremos fuertes si existe un Banco Central Europeo donde decidamos juntos", confesó Mitterrand.
"El trato fue el siguiente: Francia construye su imperio europeo y a cambio Alemania obtiene su reunificación". De este modo es como –según el autor– el socialismo acabó imponiéndose en Europa. El euro y el BCE han permitido que los países más deficitarios y menos competitivos hayan podido mantener sus excesos, financiándose a bajo coste, exportando su inflación al resto de la Unión sin necesidad de impopulares devaluaciones...
Hasta que la actual crisis estalló.
Bagus detalla con precisión el origen y las causas de la actual coyuntura, explica cómo funciona el Eurosistema, el papel de la reserva fraccionaria, la deuda pública, el BCE, el dinero fiduciario y los conflictos internos de la Unión Monetaria.
Es ahora cuando se perfila una nueva etapa, en la que la visión socialista de Europa podría acabar imponiéndose: una Unión Europea "parecida a un imperio, proteccionista hacia fuera e intervencionista hacia dentro", con un "megaestado" centralizado, con un "centro que mandaría sobre la periferia"; una UE donde reinaría la armonización de impuestos y la regulación social; donde los estados soberanos quedarían "supeditados" a Bruselas... ¿Les suena?
El euro llevaba consigo un germen socialista. La tragedia del euro no es un mero problema monetario: denota profundas cuestiones ideológicas que este libro logra reflejar con un tratamiento exquisito que llama a la reflexión.
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