Ecuador: La dolarización es dura de matar
Por Gabriela Calderón de Burgos
El dinero electrónico (DE) no acabará
con la dolarización, mientras no sea de curso forzoso. Hoy quiero
explicar esto así como también el papel de las reservas en una economía
dolarizada. F.A. Hayek dice:
“... el curso forzoso es simplemente un
mecanismo legal para obligar a las personas a aceptar en cumplimiento de
un contrato algo que ellos nunca pretendieron aceptar cuando celebraron
el contrato”.
La dolarización es hoy el principal
límite al poder de la clase política gobernante. Es un refugio del
Estado de Derecho en nuestro país y quizás la principal razón por la
cual Ecuador no ha sufrido el desastre económico y político de
Venezuela.
También, preocupa a muchos el uso
“alegre” de la Reserva Internacional por parte del Banco Central del
Ecuador (BCE). La semana pasada expliqué que el BCE se está comportando
como un banco comercial de encaje fraccional y que lo hace arriesgando
fondos que no le pertenecen. Esto, que sí es imprudente, pone en riesgo
al sistema financiero, no a la dolarización.
La preocupación tiene que ver con el
papel de las reservas en una economía dolarizada versus el papel de las
mismas en una economía no dolarizada. El exministro de Finanzas de El
Salvador Manuel Hinds explica que en una economía con moneda nacional
las reservas sirven para defender determinado tipo de cambio entre dos
monedas: la que utilizan los ciudadanos fuera de su país y la que están
obligados a usar dentro del mismo. Si el banco central en una economía
no dolarizada no cumple con el canje acordado en determinado momento,
simplemente devalúa la moneda hasta que le alcancen los dólares. En
cambio, en una economía dolarizada los ciudadanos utilizan una sola
moneda dentro y fuera del país y las reservas no se necesitan para
ejercer una administración cambiaria.
No es cierto que incluso en el peor
escenario –un pánico financiero– “se cae la dolarización”. Hinds explica
que en ese caso, el Gobierno tendría que tomar dólares prestados del
exterior, no para salvar una moneda pues no la tiene, sino para salvar
al sistema financiero del país. Esto es lo que tuvo que hacer Grecia.
Pero esto también lo tendrían que hacer los países que tienen monedas
nacionales.
Hinds concluye: “una crisis bancaria no
se resuelve desdolarizando. Al contrario, si el país se desdolariza, la
gente trata de sacar más dinero de los bancos para comprar dólares, con
lo que los nuevos pesos se devalúan más, con lo que la gente quiere
comprar más dólares, en un circulo vicioso... Cuando esto pasa, la
solución es mantener la dolarización, no salirse del dólar”.
La dolarización no “se cae”, solo
alguien o algún grupo de políticos en el poder puede ponerle fin
volviendo de manera gradual o súbita al curso forzoso, para lo cual sí
existe el poder en la Constitución. Con seguridad, esto no sería ni
ordenado ni libre de inmensos costos para la población. Nadie renuncia
voluntariamente a su propiedad privada. Es de esperar que un próximo
gobierno, para evitar esta incertidumbre, cierre el BCE y enmarque en la
constitución que nadie puede ser obligado a aceptar una moneda que no
le inspire confianza.
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