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Monday, October 10, 2016

Aprendamos de Suiza

Gabriela Calderón de Burgos señala que Suiza es, y ha sido por mucho tiempo, una de las economías más libres del mundo con impuestos bajos, apertura comercial, entre otros aspectos de un modelo liberal.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Acaba de regresar al país el ex vicepresidente —y ahora candidato presidencial oficialista— Lenin Moreno. Vuelve luego de vivir en Suiza por más de un año, financiado por el Estado ecuatoriano sin haber sido funcionario público. Ginebra, es el hogar de burócratas internacionales, muchos de ellos obtienen ingresos libres de impuestos y se dedican a tratar de incrementar la carga tributaria de otros. Pero algo poco conocido es que Suiza es la cuarta economía más libre del mundo y lo ha sido desde hace décadas.



El índice de Libertad Económica en el Mundo del Instituto Fraser mide hasta qué grado los ciudadanos de un país gozan de libertad para realizar intercambios voluntarios y las instituciones de mercado asignan los recursos en la economía. El índice utiliza datos cuantitativos para medir (1) el tamaño del Estado, (2) la seguridad de los derechos de propiedad privada, (3) la calidad de la moneda, (4) la libertad de comerciar a través de las fronteras, y (5) las regulaciones. Los países mejor calificados en este índice tienen un modelo liberal que permite un mayor grado de libertad a los ciudadanos al momento de tomar decisiones acerca de qué hacer en el ámbito económico. Hay quienes menosprecian las libertades económicas, pero vale señalar que estas están fuertemente correlacionadas con las libertades civiles y políticas y con menores niveles de corrupción.
Según este índice, desde 1970 Suiza se ha encontrado constantemente entre las siete economías más libres del mundo. A muchos socialistas les sorprendería ver que en este índice también figuran entre las economías más libres del mundo países como Dinamarca (21 de 159), Países Bajos (25), Bélgica (32), Noruega (32) y Suecia (38). Y les sorprendería porque normalmente lo que desean copiarles a algunos de estos países no es su modelo general, sino solamente su nivel de carga tributaria y de gasto público.
Pero Suiza es un caso particular. Allí no hay, como en Noruega o Suecia, ni impuestos o gastos altos. De hecho, se destaca por ser una de las jurisdicciones con impuestos más bajos y fáciles de pagar. Algunos la denominarían un “paraíso fiscal”. Según el Índice de Competitividad Tributaria de la Tax Foundation, Suiza es la economía con el cuarto régimen tributario más competitivo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En su informe, explican: “Suiza tiene un impuesto corporativo relativamente bajo (21,2 por ciento), un impuesto de consumo bajo y de amplia base, y un impuesto relativamente uniforme sobre la renta que exonera a las ganancias de capitales de tributación”.
También es interesante que Suiza es una de las economías más competitivas del mundo, a pesar de haber tenido por mucho tiempo una moneda fuerte, el franco suizo. Según el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial, Suiza es la octava economía en el mundo donde es más amigable el ambiente a las empresas. El economista Steve Hanke señala que en los últimos 100 años el franco suizo se ha apreciado un 1% anual en relación al dólar y, no obstante, tiene un sector exportador inmenso.
Lamentablemente, parece que el señor Moreno, a pesar de haber vivido allá más de un año, regresó a predicar más del mismo socialismo.

Aprendamos de Suiza

Gabriela Calderón de Burgos señala que Suiza es, y ha sido por mucho tiempo, una de las economías más libres del mundo con impuestos bajos, apertura comercial, entre otros aspectos de un modelo liberal.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Acaba de regresar al país el ex vicepresidente —y ahora candidato presidencial oficialista— Lenin Moreno. Vuelve luego de vivir en Suiza por más de un año, financiado por el Estado ecuatoriano sin haber sido funcionario público. Ginebra, es el hogar de burócratas internacionales, muchos de ellos obtienen ingresos libres de impuestos y se dedican a tratar de incrementar la carga tributaria de otros. Pero algo poco conocido es que Suiza es la cuarta economía más libre del mundo y lo ha sido desde hace décadas.


Monday, September 19, 2016

Suiza centroafricana

Juan Carlos Hidalgo indica que mientras que el gobierno costarricense dice necesitar aumentar impuestos pues no le alcanza para cubrir rubros básicos de la seguridad pública, otras instituciones estatales nadan en recursos.

Juan Carlos Hidalgo es Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute.
En los años setenta, un economista brasileño acuñó el término Belíndia para describir la desigualdad de su país: burbujas de riqueza que se asemejan a Bélgica rodeadas de miseria estilo la India. Imagen similar me evoca el sector público costarricense. Mientras hay instituciones que disfrutan de lujos suizos, otros ministerios importantes enfrentan penurias propias del África subsahariana.
Veamos la seguridad. Más allá de las ideologías, prácticamente todos estamos de acuerdo con que esta es una de las funciones primordiales del Estado. Sin embargo, en los últimos años ha sido uno de los rubros más sacrificados por la crisis fiscal: desde el 2014 el plan de gasto del Ministerio de Seguridad Pública (MSP) ha caído en números absolutos en ¢7.223 millones. Sin tomar en cuenta el pago de intereses, el Gobierno Central dedica únicamente 3,65% de su presupuesto a la seguridad pública.



El ministro del ramo ha dicho que la plata apenas le alcanza para darles arroz y frijoles a los policías. Casi no hay dinero para uniformes y mucho menos para equipos. Para estos, dependemos de la caridad internacional: alguna lancha o avión viejo que nos regale EE.UU. o patrullas cortesía de China. Pero mientras el gobierno dice que necesita resucitar el impuesto a las sociedades para paliar estas carencias —en una de sus funciones más elementales—, otras instituciones estatales nadan en recursos.
Olvidémonos de los Lexus o Toyotas Camry híbridos que ostentan entes como el Micitt (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones costarricense) y el IFAM (Instituto de Fomento y Asesoría Municipal). Veamos casos más estructurales: para el próximo año, el FEES (Fondo Especial para la Educación Especial) habrá crecido en un 32,9% desde el 2014, al punto que las universidades estatales recibirán más del doble de dinero que el MSP. Como sabemos, la mayor parte de esos recursos se va a pagar salarios millonarios.
El ICT (Instituto Costarricense de Turismo) —cuyo financiamiento proviene de impuestos con destino único— cuenta con reservas de ¢27.750 millones y está por gastar ¢17.000 millones en un centro de convenciones que, por algún motivo, ningún inversionista privado se atrevió a financiar. Según el mismo ministro de Turismo, el salario promedio en dicha institución ronda los ¢2,6 millones mensuales.
Estos ejemplos ilustran la existencia de una Suiza centroafricana en el sector público y exponen el desorden grotesco que hay en la asignación de prioridades en el gasto estatal. Corregir esto requiere de una profunda reforma del Estado, la cual debería ser una condición sine qua non a cualquier aumento de impuestos.

Suiza centroafricana

Juan Carlos Hidalgo indica que mientras que el gobierno costarricense dice necesitar aumentar impuestos pues no le alcanza para cubrir rubros básicos de la seguridad pública, otras instituciones estatales nadan en recursos.

Juan Carlos Hidalgo es Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute.
En los años setenta, un economista brasileño acuñó el término Belíndia para describir la desigualdad de su país: burbujas de riqueza que se asemejan a Bélgica rodeadas de miseria estilo la India. Imagen similar me evoca el sector público costarricense. Mientras hay instituciones que disfrutan de lujos suizos, otros ministerios importantes enfrentan penurias propias del África subsahariana.
Veamos la seguridad. Más allá de las ideologías, prácticamente todos estamos de acuerdo con que esta es una de las funciones primordiales del Estado. Sin embargo, en los últimos años ha sido uno de los rubros más sacrificados por la crisis fiscal: desde el 2014 el plan de gasto del Ministerio de Seguridad Pública (MSP) ha caído en números absolutos en ¢7.223 millones. Sin tomar en cuenta el pago de intereses, el Gobierno Central dedica únicamente 3,65% de su presupuesto a la seguridad pública.


Thursday, June 16, 2016

Ser como Dinamarca y Suiza

Gabriela Calderón de Burgos considera que no es mala idea que Ecuador copie las políticas públicas de Dinamarca y Suiza en varios ámbitos, aunque pareciera que el gobierno de Ecuador solo quisiera imitar los altos impuestos de la primera.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace pocos días el presidente destacó en Twitter que en el tercer Informe Mundial sobre la Felicidad Dinamarca ocupa el primer puesto y atribuyó esta a los países que “son más igualitarios” —entendiendo esto como que soportan una alta carga tributaria1 (El presidente parece haber confundido la actualización del informe presentada en Roma hace un par de semanas con el informe de 2015). Mientras que en la actualización de 2016 Dinamarca aparece como el país más feliz del mundo, ha venido peleándose esa posición con Suiza, que fue considerado como el país más feliz en el informe de 2015. Correa también mencionó como ejemplo a Suiza en un tweet posterior, destacando su segunda posición en dicho informe. Es importante aclarar algunos puntos acerca de los países mencionados, sobre todo cuando se pretende utilizarlos para vender impuestos que buscan financiar un modelo estatista que ha demostrando con creces su fracaso.



¿Son Dinamarca y Suiza ejemplos de socialismo? Lejos de ser paraísos socialistas, estas se encuentran entre las economías más libres y menos reguladas del mundo. Según el Índice de Libertad Económica realizado por el Fraser Institute, Suiza es la cuarta economía más libre del mundo (con una de las cargas tributarias más bajas y también uno de los Estados más limitados en su tamaño) y Dinamarca se encuentra en la posición 222. Ecuador, se ubica entre las economías menos libres de América Latina y en la posición 135 (de 157) a nivel mundial.
En el informe Haciendo Negocios del Banco Mundial, Dinamarca es considerada como la tercera economía en el mundo donde es más fácil establecer y operar negocios y Suiza se ubica en la posición 26. Ecuador se encuentra en la distante posición 117 (de 189). Vale la pena señalar que Dinamarca y Suiza tienen uno de los mercados laborales más flexibles: no hay salario mínimo decretado por ley y hay pocas restricciones para contratar y despedir trabajadores.3
Una nota de El Telégrafo sugirió que el bienestar de los daneses se debe a los elevados impuestos. El lector podría deducir que los paquetazos anunciados durante las últimas semanas son todo lo que necesitamos para que el gobierno de Alianza PAÍS haga de Ecuador, la Dinamarca o Suiza de Sudamérica.
Pero no coma cuento. Como explica Otto Brøns-Petersen del Centro para Estudios Políticos (Dinamarca), cuando su país se volvió rico en comparación al resto del mundo, este no tenía un estado de bienestar. “De hecho, Dinamarca históricamente ha sido un país de impuestos bajos según estándares internacionales. Hasta la década de 1960, la proporción en relación al PIB de la recaudación tributaria danesa era la misma que en EE.UU. y más baja que en Gran Bretaña”. Brøns-Petersen luego señala que el crecimiento de los impuestos y el gasto público desde la segunda mitad de los 1960 llevó a una crisis que ha provocado que desde 1982 cada gobierno que implemente reformas estructurales reduciendo la “generosidad” del estado de bienestar y los impuestos marginales.
En muchos aspectos —independencia de poder judicial, respeto a los contratos y a la propiedad privada, apertura comercial, facilidad para hacer negocios, política tributaria en el caso de Suiza— es una muy buena idea copiar a Dinamarca y a Suiza. Lamentablemente, aquí parece que lo único que quieren copiar son los impuestos de Dinamarca.

Ser como Dinamarca y Suiza

Gabriela Calderón de Burgos considera que no es mala idea que Ecuador copie las políticas públicas de Dinamarca y Suiza en varios ámbitos, aunque pareciera que el gobierno de Ecuador solo quisiera imitar los altos impuestos de la primera.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace pocos días el presidente destacó en Twitter que en el tercer Informe Mundial sobre la Felicidad Dinamarca ocupa el primer puesto y atribuyó esta a los países que “son más igualitarios” —entendiendo esto como que soportan una alta carga tributaria1 (El presidente parece haber confundido la actualización del informe presentada en Roma hace un par de semanas con el informe de 2015). Mientras que en la actualización de 2016 Dinamarca aparece como el país más feliz del mundo, ha venido peleándose esa posición con Suiza, que fue considerado como el país más feliz en el informe de 2015. Correa también mencionó como ejemplo a Suiza en un tweet posterior, destacando su segunda posición en dicho informe. Es importante aclarar algunos puntos acerca de los países mencionados, sobre todo cuando se pretende utilizarlos para vender impuestos que buscan financiar un modelo estatista que ha demostrando con creces su fracaso.