Ricardo Valenzuela
En medio de las confusiones naturales de una sociedad que ha
logrado un alto grado de libertad y de progreso, surgen los inconformes
profesionales con diferentes disfraces. En EU, cierta mano negra ha aprovechado
ese desconcierto para avanzar una agenda que pareciera rescatada de una de las
cintas de Alfred Hitchcock, y ya mantiene a mucha gente ofendida. Wilhem
Roepke, antes de su muerte publicó un extraordinario libro titulado: “Las
Fundaciones Morales de la Sociedad Civil”.
Su obra despertó mi interés porque no se trataba de uno más
de esos empresarios de la religión que seguido aparecen en las pantallas de TV.
Este hombre era un prestigiado economista penetrando un campo tan delicado como
es la moral. El no giraba solo entre fórmulas y números, tampoco en el estudio económico
tradicional de oferta y demanda. El apuntaba a lo que Mises llamaba “La Acción
Humana”. A pesar de que reconocía el concepto de nación moderna, buscaba
encontrar esas pequeñas agencias en las sociedades en donde se desarrollaban
alianzas y lealtades sobre las cuales se cimentara la sociedad.
También publicaría obras sobre el mismo tema como; “La
Crisis Social de nuestro Tiempo” y “El Orden Internacional e Integración
Económica”. El titulo original de la obra que nos ocupa fue; “Civitas Humana”.
Las dos palabras civitas humana reflejaban las tradiciones griegas de sus
“polis”, o, la ciudad apropiada para el hombre. Cada polis había siempre tenido
un estilo de vida hecho a la medida de sus habitantes. El lado humano de su obra
fue mejor entendido en términos del humanismo cristiano de Erasmo o de More, no
del moderno entendimiento del humanismo secular. Pero tenía la humildad para
reconocer que no pretendía construir la Ciudad de Dios. Él era un científico
social no un profeta religioso. Él no era San Agustín.
Pero si sabía que una cura genuina para la humanidad en
decadencia no se encontraría en reformas institucionales, sino en una profunda
y sincera introspección de parte de cada individuo. Sin embargo, también sabía
que, las noches más largas y negras del alma y de la historia emergían, no de
una invasión externa, sino de una infección interna que amenazaba le
sobrevivencia de toda la humanidad. Él pensaba que el hombre tenía la
obligación de aceptar culpas por sus corrupciones internas, aunque tuviera
después que enfrentar los golpes externos que recibiría.
El mensaje más claro de Roepke fue que las naciones no eran
destruidas por invasiones externas de bárbaros. Las sociedades en decadencia y
presas de la desesperanza por lo que observaban: La tiranía económica y
política, la regimentación, la centralización, la organización despótica de
todas las avenidas de la sociedad, la destrucción de personalidad,
totalitarismo y la rígida mecanización de la clase humana. Porque así el estado
destruía no solo sus instituciones y sus valores que fueran el secreto de 3,000
años de progreso y desarrollo que orgullosamente designaban como Civilización
Occidental. Era algo que también estaba robando a la sociedad su estructura
orgánica, su soporte interno que le daba estabilidad y, más grave, expropiaba
al individuo de ese propósito esencial que solo la libertad proporciona. Y, con
la pérdida de libertad individual, todo vestigio de valor intrínseco y dignidad
estaban falleciendo y, ya debilitadas, eran presa fácil para la conquista.
Lo que ha estado sucediendo en EU es la confirmación más dolorosa
de lo que advirtiera este hombre sabio. Un proceso que ha forzado a la sociedad
a renegar de su pasado, de sus principios morales, de su patriotismo, de su constitución.
Tratan de linchar al presidente porque, según ellos, fue infiel a su esposa con
otra mujer. Pero si la infidelidad hubiera sido con otro hombre, se hubiera
convertido en héroe de esa cofradía infernal. Legislaron y celebraron el aborto
a los 9 meses de gestación, el matrimonio homosexual, promueven y practican la
pedofilia. Y aquellos que, por haber sido formados con valores que rechazan sus
desviaciones, de inmediato son sentenciados y se convierten en blancos de su
furia. En las universidades a las futuras generaciones les destruyen su
individualidad, su amor por la familia, por su país, para confinarlos en ese
campo de concentración atrapados por sus mentes dependientes, sin valores, sin
aspiraciones superiores.
Y, en mi caso personal, me invade la tristeza al ver que mi
nueva casa a donde llegara en busca de libertad y futuro para mis hijas después
de haber sufrido los ataques gubernamentales en México está llegando a un nivel
de pudrimiento, que haría lucir a nuestros saqueadores como Salinas, Peña
Nieto, la Gordillo, como jueces en un concurso de ética profesional y de
valores. Veo la forma en que este cáncer ha ido avanzando hasta alcanzar un
nivel de cinismo y descaro para cometer sus crímenes a la vista de toda la
nación, y no pasa nada. De esa forma inspiran a sus novatos debutando y a otros
que están afuera suspirando por el día en que les abran las puertas de Alí
Babá. En México nunca vi en acción delincuentes políticos tan malvados como la Pelosi,
Schiff, Schumer, Nadler. Tampoco una hipocresía y desvergüenza como la de
Biden, Obama, los Clinton. ¡Y tan admirados!
Políticos de ambos bandos se han unido a esta cofradía
criminal y no se rigen por la constitución ni los valores tradicionales de God
and Country. Ellos son regidos por sus odios, sus envidias, por las ordenes que
reciben de Soros y, sobre todo, por ese encono enfermizo a quien les ganara la
elección porque entre ellos militan los que quisieron y no pudieron, Bush,
Hillary, Romney, McCain. Y esta cofradía no conoce límites, no respeta
juramentos ni compromisos y frente a ellos, la mafia siciliana luciría como un
grupo de monaguillos camino a una misa dominical.
Si Nixon hubiera vivido en estos tiempos políticos operando
en la misma era, de inmediato lo hubieran dado de baja en su equipo de
asaltantes por su deficiente productividad criminal. Pero, si lo mismo hubiera
sucedido con Barry Goldwater, operando hoy día, como Jesucristo expulsara a los
mercaderes del templo, con una reata tejida en los ranchos de Sonora, que tanto
le gustaban, ya los hubiera sacado a reatazos del templo de sus fechorías y los
mantendría en el viejo presidio de Yuma con temperaturas de casi 50 grados.
EU todavía no se ha dado cuenta que sus destructores no
están en China, Rusia, Corea del Norte, o el Medio Oriente, sus verdaderos verdugos,
como el caballo de Troya, están en el corazon de su país, muchos importados por
Obama y, si no lo defienden, lo van a perder. Un grupo desalmado sin frenos que
lo detengan, sin reglas de combate, sin respetar vidas que destrozan, traidores
y tramposos. Y, en estos momentos, ya afilan sus cimitarras y afinan los planes
de su emboscada al presidente. Se prepararan para, a como dé lugar, de la forma
que sea necesaria, y como describen los militares el peor de sus ataques, “terminarlo
con prejuicio extremo” y no continúe en la presidencia.
Buen comentario, muchas gracias. Seguiré tu blog.
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