Sunday, July 24, 2016

¿Qué nos puede enseñar Borges acerca de los mercados?

Dalibor Rohac reseña un ensayo en el que "La biblioteca de Babel" de Jorge Luis Borges es interpretada como "una metáfora de la complejidad del orden en la organización social. Hay un gran número de potenciales modelos de negocios, instituciones, maneras de abordar problemas de coordinación o necesidades individuales. La mayoría de ellos fracasarán pero algunos de ellos podrían conducir a grandes mejoras del bienestar humano".

Dalibor Rohac fue analista de políticas públicas del Cato Institute (2013-2015). Actualmente se desempeña como investigador asociado en el American Enterprise Institute.

Participé en un simposio sobre Friedrich Hayek hace un par de semanas, organizado por el Legatum Institute en Londres, donde unos 15 académicos jóvenes pasamos un día discutiendo las implicaciones prácticas del pensamiento político y económico de F.A. Hayek para los debates contemporáneos de políticas públicas —la crisis financiera, la salud y la educación, o el cuidado de los niños. Una contribución que sobresalió, en mi opinión, fue la de un joven escritor y activista basado en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, Zach Cáceres.



En su breve ensayo (en inglés), Zach aportó una inteligente metáfora para reflexionar acerca del rol práctico de los mercados en las sociedades humanas, basándose en la breve historia de Jorge Luis Borges, “La biblioteca de Babel”. Borges delinea allí la idea de una biblioteca en la que se encuentran todos los libros posibles de 500 páginas. Esta colección incluiría un libro de 500 páginas con todas ellas en blanco, un libro que solo tiene las letras “a” escritas en él, y así sucesivamente, pero también varias grandes obras de literatura del pasado, el presente y el futuro. Como lo describe Zach,
“la gran mayoría de la Biblioteca de Babel, es, en realidad, balbuceo. La biblioteca contiene una lista completa de todas las combinaciones posibles y, como podría esperarse, muchas de estas no tienen sentido.
[…]
Tenemos un gran problema en la biblioteca: es difícil encontrar los libros que tienen sentido entre la masa. La novela comprensible se pierde en un mar de balbuceos”.
La biblioteca puede ser interpretada como una metáfora de la complejidad del orden en la organización social. Hay un gran número de potenciales modelos de negocios, instituciones, maneras de abordar problemas de coordinación o necesidades individuales. La mayoría de ellos fracasarán pero algunos de ellos podrían conducir a grandes mejoras del bienestar humano. ¿Cómo navegamos dicha complejidad? Como en la biblioteca de Borges,
“cualquier ‘libro’ escogido aleatoriamente casi seguramente será bulla en lugar de una señal. No se adaptará y fracasará. El reto para los agentes, y para el sistema como un todo, se convierte en este: ¿cómo podemos buscar en estas bibliotecas de posibilidad la señal en medio de toda la bulla y cómo podríamos hacerlo de la manera más rápida posible?”
Basándose en la idea de Hayek que percibía a la competencia como un proceso de descubrimiento, Zach argumenta que la competencia de mercado es una manera de navegar la “biblioteca” y, por lo tanto, de abordar lo que el denomina “el Problema de la Posibilidad”. Sin considerar la cuestión de la eficiencia económica —o incluso del uso del conocimiento local— la competencia y la destrucción creativa de los mercados son herramientas que nos permiten analizar cantidades enormes de formas en las que se puede organizar la actividad humana. La competencia nos permite descartar progresivamente volúmenes que son solamente balbuceo y retener aquellos que contienen información valiosa.
Esto no es para sugerir que la competencia es la única herramienta. En su vida cotidiana, la mayoría de los seres humanos —incluyendo a los empresarios— no necesitan concebir todas las formas posibles de resolver los problemas sociales. De manera relativamente consciente, nos limitamos a lo que conocemos, lo que se ha ensayado y lo que es permisible en virtud de los sistemas existentes de normas formales e informales. En otras palabras, nos cerramos a muchas partes existentes de la “biblioteca”.
La regulación económica, por ejemplo, puede cerrar áreas enteras de la “biblioteca”, para mal o para bien, así como también lo pueden hacer los mandatos en contra de ciertos tipos de conducta basados en una tradición. Bien podría ser que hay buenas razones para descartar esas partes de la “biblioteca” pero tengo la sensación de que la existente y abundante regulación legal en las economías industriales avanzadas nos está privando de unos hallazgos valiosos.
Al final, el punto del ensayo de Zach (y de la obra de Hayek durante toda su vida) no es argumentar a favor de una competencia de mercado libre de cualquier norma. En cambio, es argumentar a favor de reglas que permitan que los individuos aprovechen el poder de los mercados —utilizando la prueba y el error, la competencia, y la destrucción creativa— para buscar entre los distintos modelos de cooperación social:
“En resumen, el liberalismo clásico de Hayek no es solo un compromiso con el liberalismo de propiedad privada en sí. Es un compromiso con una norma de nivel más alto acerca de construir sistemas que permitan que la humanidad supere la incertidumbre, la ignorancia, y ‘el Problema [de la Posibilidad]’”.

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