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Wednesday, December 21, 2016

El dictador que se robó la Navidad en Venezuela


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Por Mary Anastasia O'Grady
La decisión del hombre duro de Venezuela, Nicolás Maduro, de sacar de circulación el billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, no fue lo que desató las protestas y saqueos alrededor del país el fin de semana. Fue el fracaso de la dictadura en proveer al país un mecanismo ordenado para el intercambio público de billetes viejos por nuevos.
Pero al final de cuentas, ¿qué se podría esperar de un régimen que ha puesto a una de las naciones más rica en recursos naturales de América del Sur en la senda del colapso hiperinflacionario?
Maduro anunció al país el 11 de diciembre que contrabandistas en la frontera con Colombia estaban acaparando los billetes de 100 bolívares, con un valor cercano a los tres centavos de dólar estadounidense, creando una escasez en Venezuela. Su solución fue declarar súbitamente ilegales estos billetes, con lo que esperaba perjudicar a las “mafias” que los retenían.


Los venezolanos recibieron un plazo de cuatro días para depositar el efectivo en bancos comerciales y recibir crédito en sus cuentas y otros tres días si los llevaban a las oficinas del banco central para recibir un pagaré.
Pero los bancos no dan abasto con las multitudes. Además, se estima que un tercio de los venezolanos no tiene cuenta bancaria y al menos una oficina del banco central, la de Maracaibo, no abrió el viernes como fue prometido. El sábado, en medio de la agitación social, Maduro extendió el plazo al 2 de enero, pero puede que millones de personas aún se queden con pilas de billetes sin valor.
Entre tanto, nadie quiere aceptar los billetes de 100 bolívares y los nuevos de 500 bolívares aún no están disponibles. Tampoco ha llegado el prometido billete de 20.000 bolívares, que se convertiría en el de mayor denominación. Esto significa que una semana antes de la Navidad, el país está hambriento de efectivo.
La incompetencia monetaria es aterradora. Steve Hanke, economista de la Universidad Johns Hopkins y experto en medir la hiperinflación alrededor del mundo, dice que la tasa de inflación anual de Venezuela se ubica alrededor de 289%.
Detrás de la disparada de precios hay una moneda cada vez más depreciada. La tasa oficial de cambio es de 10 bolívares por dólar. La tasa de cambio en el mercado negro ascendió recientemente a 2.800 bolívares por cada dólar. La moneda se ha devaluado rápidamente porque el banco central ha estado imprimiendo dinero —o creando crédito— para cerrar la brecha fiscal causada por gastar más de los ingresos que se reciben. El manejo de la deuda de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A. ha sido particularmente costoso.
La dictadura ha impuesto control de precios para tratar de mantener a raya el explosivo costo de vida. Esto ha producido escasez extrema de incluso los artículos más básicos.
El esfuerzo épico por sobrevivir día a día puede ser visto en un reciente documental de 17 minutos realizado por “Reporters”, un programa en inglés de la cadena televisiva de noticias internacionales France24: una mujer en un modesto apartamento en Caracas acaricia una botella de aceite de maíz Mazeite como si fuera un recién nacido. La mujer dice que la consiguió en un trueque, que se ha convertido en una forma común de comprar. Las personas hacen largas colas, compran lo que está disponible y luego lo canjean entre amigos y vecinos por algo que necesitan más.
“Hacía tiempo que no cocinaba con aceite”, dice mientras mueve delicadamente sus dedos sobre su tesoro. “Para mí es algo grande”.
Los venezolanos han decidido cruzar la frontera para conseguir alimentos. En las casas de cambio en Colombia reciben pesos por billetes de 100 bolívares. Algunas tiendas recibían bolívares antes del anuncio de Maduro. Los intermediarios que llevan bienes al interior de Venezuela también usan las casas de cambio. Incluso el gobernador chavista del estado fronterizo del Táchira maneja una tienda de abarrotes con artículos que trae de Colombia, lo que significa que vende bolívares y compra pesos.
Sitios web recopilan y publican el precio del colapsado bolívar que se negocia en las casas de cambio. Esto enloquece a la dictadura de Maduro. El mes pasado, un reporte del corresponsal de The Wall Street Journal Anatoly Kurmanaev señaló que el segundo al mando en el gobierno, Aristóbulo Istúriz, había declarado a uno de esos portales, DolarToday.com, como enemigo del pueblo y parte de una conspiración de EE.UU. con el fin de depreciar la divisa.
Al eliminar el billete de 100 bolívares y cerrar y militarizar la frontera con el fin de evitar el ingreso de bolívares desde Colombia y Brasil, Maduro golpea a los operadores de divisas.
Pero reemplazar un billete devaluado por uno de mayor denominación no pondrá fin a las casas de cambio en Colombia ni detendrá la caída del bolívar. Entre tanto, sacar billetes de circulación sin reemplazarlos de inmediato con nuevos billetes paraliza a la economía en efectivo. El daño colateral a los venezolanos comunes y corrientes es enorme.
Algunos pueden usar tarjetas de débito o crédito, pero muchos pequeños comerciantes no están equipados para procesar pagos electrónicos. Y buena parte de la economía es informal.
El domingo, un desesperado Maduro atribuyó la demora en recibir los nuevos billetes al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, pero dijo que llegarán a la brevedad. El ejército aún lleva ventaja pero el hambre es un motivador poderoso, como lo dejaron claro las iracundas multitudes este fin de semana.

El dictador que se robó la Navidad en Venezuela


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Por Mary Anastasia O'Grady
La decisión del hombre duro de Venezuela, Nicolás Maduro, de sacar de circulación el billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, no fue lo que desató las protestas y saqueos alrededor del país el fin de semana. Fue el fracaso de la dictadura en proveer al país un mecanismo ordenado para el intercambio público de billetes viejos por nuevos.
Pero al final de cuentas, ¿qué se podría esperar de un régimen que ha puesto a una de las naciones más rica en recursos naturales de América del Sur en la senda del colapso hiperinflacionario?
Maduro anunció al país el 11 de diciembre que contrabandistas en la frontera con Colombia estaban acaparando los billetes de 100 bolívares, con un valor cercano a los tres centavos de dólar estadounidense, creando una escasez en Venezuela. Su solución fue declarar súbitamente ilegales estos billetes, con lo que esperaba perjudicar a las “mafias” que los retenían.

Sunday, July 10, 2016

Almagro vs. Maduro, o el día que el dictador quedó al desnudo

El presidente venezolano Nicolás Maduro se enfrenta a la OEA

Fue un día histórico, el día que las dictaduras de Maduro y Chávez quedaron al desnudo, al descubierto, pues, no fue solo América, sino el mundo, los que se enteraron que una dictadura socialista ha destruido a Venezuela.
Fue un día histórico, el día que las dictaduras de Maduro y Chávez quedaron al desnudo, al descubierto, pues, no fue solo América, sino el mundo, los que se enteraron que una dictadura socialista ha destruido a Venezuela. OEA
Por Manuel Malaver

Tienen razón Maduro, Cabello, Padrino López y los hermanitos Rodríguez al declarar al Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luís Almagro, como el enemigo público internacional número uno de la dictadura que, de manera casi impune, venía perpetrando crímenes, desde hace 17 años, contra Venezuela y su pueblo.
Pero quién podría imaginar que esta dictadura, un día -y por razones que podrían atribuirse, desde la caída de los precios del petróleo, hasta el coraje democrático indoblegable de Almagro, pasando por el pillaje puro y simple de Maduro-, quedaría al descubierto, sin máscaras, como Chávez la trajo al mundo, y envuelta en una trama atroz de hipocresías que es, realmente, por lo que alguna vez será recordada en la historia.


Sucedió el martes 14 de junio en Santo Domingo, República Dominicana, cuando la Asamblea General de la OEA que, a pedido del Secretario General Almagro, no incluía en su agenda el tema de “la crisis venezolana, Maduro, el diálogo y el Referendo Revocatorio”, giró desde el primer momento hacia la tragedia nacional y la rendición de cuentas que la mayoría de los cancilleres le pidió a su principal autor: Nicolás Maduro.
De todas maneras, no pienso que la representación madurista en la Asamblea General fuera tomada por sorpresa, pero sí que jamás imaginó que la mayoría de los gobiernos representados en el evento estuviera de acuerdo en volcarse a escuchar un debate más amplio y profundo sobre la crisis venezolana, que era, por cierto, objeto de un informe que el Secretario General presentaría en una reunión del Consejo Permanente convocado para el próximo 23 de junio.
Desde la “sorpresa” que le deparó la Asamblea General, el régimen de Maduro diseñó una estrategia basada en la mentira, la disuación y el miedo –vieja receta stalinista y castrista-, y que, como punto principal, intenta transformar las derrotas en victorias, mientras gana tiempo para escapar de los efectos de la reunión del Consejo Permanente del día 23 y de los resultados de un Referendo Revocatorio  convocado por la oposición este mismo año y que le sería adverso en un 80 por ciento, según encuestadoras independientes.
Para estos efectos, Maduro ha inventado “un diálogo”, de su puño y letra, y sin consultar con la otra parte, la oposición, nombrándose unos intermediarios que son agentes, amigos y socios del dictador, y que jamás actuarían de buena fe, pues sus opiniones ya están compradas.
Basta mirar que su director o rector es el Secretario General de Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, promovido al cargo por Maduro, su principal financista y a quien prestó grandes favores en otro diálogo tramposo con la oposición, el de mediados del 2014 en Caracas.
Con la misma cajita de música del “diálogo” se presentó a la Asamblea General de la OEA en Santo Domingo la canciller Delcy Rodríguez, la cual llevó su cinismo al extremo al proponérselo al Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quien, para sus adentros, debe haberse desternillado de la risa.
No lo recibió así la canciller, la cual lo anunció como “un triunfo de la diplomacia revolucionaria”; ni Maduro, quien a los minutos comentó desde Caracas: “Me dijeron que Kerry nos pidió un diálogo y yo respondí inmediatamente: Aprobado”.
Todo el mundo sabe, sin embargo -y mucho más el jefe de la diplomacia norteamericana-, que el “diálogo” no tendrá lugar, porque Maduro solo los usa para ganar tiempo y convencer a sus aliados blandos, o semi-blandos, que como hay “diálogos” con sus presuntos enemigos, no son necesarios ni la aplicación de la Carta Democrática, ni el Referendo Revocatorio.
No sería, de todas maneras, la última trampa en instrumentar en la OEA el auténtico jefe de la diplomacia venezolana, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Ya para terminar la asamblea, su amanuense venezolana, Delcy Rodriguez, salió a proponer una resolución para que el organismo evaluara la gestión de Almagro, pero fue derrotada, abrumadoramente, pues de un total de 33 delegados, solo obtuvo tres votos.
Pero el pánico de Maduro, y sus compinches, ante los resultados adversos que podrían esperarlo en la reunión del Consejo Permanente convocada para el 23 de junio es persistente y ya inventaron otra maniobra distraccionista, otra estratagema o trampajaula, como lo es promover una reunión del mismo organismo para el día 21 de junio que deberá evaluar la iniciativa llevada a cabo por Maduro para un presunto diálogo con la oposición venezolana.
Pero se sabe que este dialogo no existe, porque Maduro lo convocó a su imagen y semejanza, con unos auspiciadores -los expresidentes Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá- que son en su totalidad todos socios de Maduro en ideas políticas, partidistas y comerciales y que jamás harán nada contra de los intereses de su patrón y mentor.
De modo que la opinión del Consejo Permanente sobre el diálogo, prácticamente, no pasará de las buenas intenciones protocolares porque, en  lo concreto, no tendrá materia de qué ocuparse.
Por tanto, derrota tras derrota, la dictadura madurista queda por primera vez en evidencia incluso después de que el catrochavismo invirtiera cientos de miles de millones de dólares en votos que se traducían en respaldo o neutralidad en la OEA, para poder avanzar imponiéndo su dictadura a los venezolanos y exportarla por el continente en un aquelarre turístico-ideológico, del cual, después de lo ocurrido en la Asambla General, solo quedan mamotretos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que acompañarán a la tumba a Maduro y su pandilla.
Esto es prueba irrefutable de que no es solo el castrochavismo el que se precipita a la ruina, sino también el modelo o proyecto que se llamó el Socialismo del Siglo XXI, con el cual se quiso resucitar el comunismo stalinista que había quedado enterrado bajo los escombros del Muro de Berlin y la caída del Imperio Soviético.
El régimen se ve ahora enfrentado con la OEA y su Secretario General, Luís Almagro, en otra demostración de que la democracia y la libertad siempre vencen, no importa cuales sean los recursos y el tiempo de que dispongan sus enemigos.
Ejemplo de estas divisiones es la Unasur, que preside Ernesto Samper: una institución pseudo-multilateral que solo se activa cuando su financista, Maduro, está en dificultades y se presta a patrocinar un supuesto diálogo que solo sirve para que Maduro no rinda cuentas ante el pueblo de Venezuela y el resto de países democráticos de la región.
No es más que una nave a la deriva encallada en un océano de engañifas, corruptelas y conexiones con la delincuencia organizada, puesto que uno de sus miembros, el presidente Buterse de Surinan, estuvo preso por narcotráfico, y el mismo Samper, es el hombre del “Proceso 8000” ¿se acuerdan?
Manuel Malaver es Venezolano, periodista y analista político. Director de factormm.com
@MMalaverM

Almagro vs. Maduro, o el día que el dictador quedó al desnudo

El presidente venezolano Nicolás Maduro se enfrenta a la OEA

Fue un día histórico, el día que las dictaduras de Maduro y Chávez quedaron al desnudo, al descubierto, pues, no fue solo América, sino el mundo, los que se enteraron que una dictadura socialista ha destruido a Venezuela.
Fue un día histórico, el día que las dictaduras de Maduro y Chávez quedaron al desnudo, al descubierto, pues, no fue solo América, sino el mundo, los que se enteraron que una dictadura socialista ha destruido a Venezuela. OEA
Por Manuel Malaver

Tienen razón Maduro, Cabello, Padrino López y los hermanitos Rodríguez al declarar al Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luís Almagro, como el enemigo público internacional número uno de la dictadura que, de manera casi impune, venía perpetrando crímenes, desde hace 17 años, contra Venezuela y su pueblo.
Pero quién podría imaginar que esta dictadura, un día -y por razones que podrían atribuirse, desde la caída de los precios del petróleo, hasta el coraje democrático indoblegable de Almagro, pasando por el pillaje puro y simple de Maduro-, quedaría al descubierto, sin máscaras, como Chávez la trajo al mundo, y envuelta en una trama atroz de hipocresías que es, realmente, por lo que alguna vez será recordada en la historia.