Friday, December 2, 2016

Dicen que no hay muerto malo

Por María Dolores Arias

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Con asombro y cierto dejo de incredulidad, recibí el sábado temprano la noticia que el dictador cubano Fidel Castro Ruz había muerto. La noticia corrió como reguero de pólvora, múltiples mensajes se escribieron comentando su muerte. Tanto notas de condolencias por parte de algunos polìticos y sus seguidores, como manifestaciones de alegría de cubanos exiliados.
Diferente a lo que sucedía en Cuba, ya que no se puede expresar abiertamente nada que no esté aprobado por el régimen sin el temor a sufrir las represalias del Partido. Es por eso que me pregunto ¿cuál será la verdadera reacción de los “cubanos de a pie” ante la muerte de Fidel?


@YoaniSanchez lo expresó muy claramente en su tuit “#Cuba Unos lo despiden con dolor, otros con alivio… la gran mayoría con cierto toque de indiferencia #LaMuerteDeFidelCastro”
Supongo que con dolor para sus familiares cercanos y para quienes el régimen que impuso Fidel representaba una forma de vida opulenta.
Por otro lado, un alivio para quienes sostenían con su vida, sueños y trabajo ese régimen. Y un toque de indiferencia para quienes consideran que el régimen cubano, como lo está haciendo el régimen Chino, mutará hacia mayores permisos económicos sin soltar el poder político.
Agregaría también la alegría de muchos que ahora visualizan la posibilidad de una Cuba libre sin la presencia del dictador cubano. Desde niños nos han inculcado que no deberíamos alegrarnos de la muerte de nadie. Pero el punto es que Castro no era un don nadie, era una persona que llegó al poder violentamente y se mantuvo ahí del mismo modo.
Fidel Castro fue un hombre que ejerció el poder de matar impunemente a cualquiera. Fue un hombre que violó, sistemáticamente, los derechos individuales como la vida, puesto que asesinó a sus “enemigos” reales o imaginarios; como la propiedad, pues quitó sus pertenencia a los “enemigos de la revolución”; y como la libertad, a quienes se opusieron a vivir como esclavos, encarcelándolos por expresar sus ideas o reprimiendo con golpizas a “peligrosos enemigos” como las damas de blanco o jóvenes armados con ideas de libertad.
En la época más fuerte del castrismo, Fidel Castro Ruz condenaba a la clandestinidad y a la muerte a quienes se atrevieran a vivir como seres humanos, a quienes aspiraban a vivir en un mundo mejor. Los “Adolf Eichmann caribeños” cumplían cabalmente la orden de disparar a matar a los traidores de la patria cuya traición era huir en balsas, muchas veces improvisadas, en busca de una mejor vida en otro país.
Fidel Castro fue un hombre cruel, los miles de testimonios y documentos lo fundamentan. Proyectos como cubaarchive.org al documentar las miles de muertes y desapariciones por causas políticas de la revolución cubana, nos recuerdan quién fue Fidel y cuál su legado.

Me pregunto si quienes escriban sobre la historia de Fidel, ¿serán fieles a la realidad, a los números fríos de asesinatos, de presos políticos, de muertes atribuibles al sistema marxista-leninista que impuso, de los balseros que murieron por no tener “permiso para dejar su país”, de los golpeados por manifestarse contra el régimen, de aquellos que murieron por estar “en lugar y momento incorrecto”? Me pregunto si el legado de Fidel debería escribirse con la sangre de sus víctimas.
Me educaron para no alegrarme de la muerte de nadie, pero insisto en afirmar que Fidel Castro no era un “don nadie”. Aún más que la muerte de Fidel me alegra el fin, espero, de una época de terror en Cuba. Ojalá ahora los cubanos libres y dignos puedan construir en su país instituciones sólidas donde no tengan cabida los Batistas o Castristas en el poder.
Dicen que no hay muerto malo…pero este dicho debe tener sus excepciones. Ha muerto el dictador #FidelCastro

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