Monday, December 5, 2016

Aztecas vs Griegos (II)



“LO QUE SÍ ATACO CON LOS PELOS EN LA MANO, AHÍ TENEMOS A OAXACA, SON NUESTROS FATALES SISTEMAS DE EDUCACIÓN PÚBLICA Y EL IGNORARLOS, O, ALABARLOS, ES UNA GRAVE IRRESPONSABILIDAD.”


RICARDO VALENZUELA
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Desde que escribo editoriales, he tenido infinidad de satisfacciones de parte de lectores. Pero igualmente he sido blanco de severos ataques y, sobre todo, agresiones fuera de contexto las que identifico, en su mayoría, producto de interpretaciones equivocadas de mis exposiciones.

Sin embargo, mi último escrito titulado, Aztecas vs. Griegos, ha provocado una reacción que no tiene antecedentes. Mientras muchas personas me comunicaban vivir esa problemática con hijos portadores de coeficientes intelectuales superiores, al no contar con programas para atender sus especiales requerimientos, ante su impotencia se llegan a convertir en casos realmente preocupantes.
 

Pero, surgía otra ola viajando desde los insultos hasta la cancelación de mi columna en ciertos medios. Sin embargo, tuve una agresiva respuesta que pienso sintetiza las olas de ofendidos. Esta persona, inicia tachándome de racista porque me refiero a Hugo Chávez y Evo Morales como miembros de un especial zoológico. Pero su reclamo no es que los haya seleccionado por sus barrabasadas, sino, según interpreta, por su apariencia indígena. A este ofendido, que no me conoce, le pregunto ¿Cómo sabe si yo también soy propietario de una fisonomía similar?

Me acusa luego de clasista y antimexicanista al, según él, agredir la rica cultura de los Aztecas como la bella tradición Náhuatl. Procede con una severa agresión a mi “ignorancia” ante el concepto de igualdad parido por la Revolución Francesa. Continúa con una apasionada defensa de nuestros sistemas de educación pública puesto que, en su opinión, injustamente los llego a degradar. Cierra con una interminable perorata que lo único logrado, es sencillamente reforzar los argumentos del escrito y mi creencia que, subdesarrollo es un estado mental.

A mi agresivo crítico le digo: “Pa qué dar tantos brincos con un suelo tan parejo.” Lo que yo expongo es muy sencillo. Estudios científicos nos demuestran que el 10% de la población mundial es propietaria de un IQ de 120 puntos o más. Es decir, el 10% de la población de México, EU, Irak, Sierra Leona etc, portan esos niveles intelectuales. No afirmo el que solamente pobladores del primer mundo, los blancos altos, guapos y ricos sean los agraciados. Tampoco el que los residentes de las Lomas de Chapultepecentran a este Olimpo, pero luego prohibido para los moradores de Tepito. Esto si es parejo y entran todos.

De ninguna forma he agredido la cultura de nuestros indígenas, pero es obvio que no se puede comparar con otra que produjo pensadores como Sócrates, Platón, o Aristóteles, la primera cultura en el uso de la razón y dieran vida a la ley natural. Lo que sí ataco con los pelos en la mano, ahí tenemos a Oaxaca, son nuestros fatales sistemas de educación pública y el ignorarlos, o, alabarlos, es una grave irresponsabilidad pues la mayoría de sus retoños, parece que los amansó mi compadre Guaquila en medio de un espinoso chirahual.

Cuando me refiero a la Revolución Francesa y su aborto, el igualitarismo, es sencillamente exponer su diferencia con el producto de otra revolución de la misma era: La independencia de los EU. La diferencia fue el fracaso de los franceses tratando de formar una sociedad igualitaria en resultados, mientras que en los EU surgía una de igualdad de oportunidades y, sobre todo, de libertad e igualdad ante la ley calificada a base de meritocracia. El resultado en Francia fue la emergencia del diabólico Imperio de Napoleón, en los EU el milagro del siglo XIX y el país más rico y poderoso del mundo.

Siendo un joven banquero, recibí un entrenamiento especial en Bank of America. El programa incluía una estancia en la sucursal estrella del sistema situada en Los Ángeles. Jamás imaginé las lecciones que recibiría de parte de su gerente, Frank Gold. Después de semanas atestiguando la inusual forma en que este hombre manejaba la enorme oficina, me atreví a preguntarle. Frank, siendo el mejor gerente del banco ¿Por qué no has llegado a niveles directivos? Me mira con intensidad y procede: “Mira Ricardo, uno de los grandes secretos de la vida, es llegar a conocer nuestras capacidades y, en especial, con humildad nuestras limitaciones.”

Continúa: “Los seres humanos tenemos una ambición natural pero, por desgracia, no la conectamos a nuestras capacidades y limitaciones. Lo que entonces sucede es que infinidad de gente, valiéndose de fuerzas ajenas a esas capacidades, arriban a posiciones que no merecen provocando fatales consecuencias. Estoy conciente de ser uno de los mejores gerentes, pero igualmente estoy muy conciente de no tener las herramientas para, arribando a los altos niveles directivos, desarrollar mis responsabilidades con la eficacia que se requiere.”

El autor Henry Wells, señala los factores que cincelan la cultura de los mexicanos y, en su opinión, el más importante es un deformado concepto de dignidad. Ello se manifiesta en la idea de un valor intrínseco de la persona totalmente desconectado de méritos, derechos, obligaciones y, en especial, del batirse en un mercado libre de igualdad ante la ley y de oportunidades. Ello ha provocado una sociedad que, como el golf, se trata de emparejar a todos a base de “handycaps,” pero otorgados por los herederos del estado virreinal a su conveniencia.

Pero hay otro ángulo aun más triste del problema. Al fallecer mi madre, ante la negativa de mi padre de cambiar su residencia, contratamos un joven para acompañarlo. Mi padre empezó a dirigirse a él en francés y, ante el asombro de todos, a los pocos meses dominaba el idioma. Además, cada vez que yo incursionaba a Hermosillo, me acosaba con preguntas de todos los temas. Lo empecé a refaccionar con libros y puedo asegurar, exhibiendo una mente inquisitiva y brillante, se convirtió en verdadero experto en ciencias como economía, filosofía, historia, etc. Pero ¿Qué sucedió con él a la muerte de mi padre? Nadie lo sabe.

El mensaje es muy sencillo, no todos portamos material para ganar un premio Nobel, encontrar la cura para el cáncer o ser el cuarto bat de los Yankees de Nueva York. Entonces, identifiquemos a quienes lo tienen para darles las herramientas y, asumiendo un especial compromiso, hagan de ellas su mejor uso, pero algo muy importante, no a costa de sacrificar a los que lo carecen.

¿Dónde están esos superdotados? En todas partes. En la sierra, en la ciudad, en las tribus, en los barrios humildes y de clase alta. No los desperdiciemos manteniéndolos en el mismo reparo con el resto de la arriada. Y a mi agresivo crítico: “No te desgorretesVidal que ya agarramos la cuesta baja.”

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