Monday, December 12, 2016

AMÉN, AMÉN, AMÉN, EL CAMBIO HA MUERTO

REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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                                                   “Cuando le pegues a un Rey, no lo dejes herido, remátalo.”

                                                                                     Ralph Waldo Emerson

            Amén, amén, amén, en México la imberbe democracia y su prometido cambio han muerto. Yo no los maté, murieron por falta de nutrientes pues, como el caso de Terry Schiavo en EU, ante el pavor del cirujano de incrustar el bisturí en lo profundo de la carne del enfermo, los interesados en su muerte les han desconectado los tubos de nutrientes, y lentamente iniciaron su expiración. Pero, al igual que Terry, su agonía ha sido larga y dolorosa, ha durado cinco años en los cuales atestiguamos la forma tan cruel cómo se provocaba su fallecimiento. Pero lo más grave de tal acontecimiento, es que el médico de cabecera aparenta no darse cuenta de que ya no hay vida en su paciente, y aun peor, con ceguera sigue afirmando su evolución es muy satisfactoria cuando ya el rictus de muerte ha iniciado la invasión del averiado cuerpo.

     
       Los acontecimientos políticos de México durante los últimos cinco años, son algo para verdaderamente dejar con la boca abierta a los especialistas más filosos del mundo. Jamás en nuestra historia, incluyendo Guadalupe Victoria, Juárez y Madero, había alguien arribado a la presidencia frente a un enemigo tan feroz, pero con tantas armas de tan grueso calibre, para luego proceder a su archivo y salir al campo de batalla con ramos de flores y una vara de olivo gritando, “mexicanos y mexicanas, peace and love.”

            La presidencia de Vicente Fox, me recuerda a un clásico bully (abusón) que campeaba las calles de mi ciudad natal de Hermosillo, quien con su sola presencia de más de 1.90 Mts de estatura, sus 100 Kg. de peso, además la reputación de ser un experto karateca, hacia temblar a toda la concurrencia de los lugares en que aparecía, independientemente de sus agresivas bravatas verbales con las que bastaba para dominar sus auditorios. Sin embargo, cierto día se encontró ante una desconocida situación cuando luego de tratar de intimidar con sus gritos a un grupo de concurrentes en un fandango, —como siempre lo hacía con gran éxito—ante su sorpresa, uno de ellos decidió enfrentarlo. De inmediato, en la cara del bully se dibujaba ese desconcierto ante lo inesperado.

            Cuando abandonaban el lugar para iniciar la pelea, el bully continuaba utilizando su, hasta entonces, muy eficaz táctica de gritar describiendo la forma en que destazaría a su atrevido contrincante. Sin embargo, de reojo miraba que su potencial victima no mostraba el acostumbrado pánico. Ya en la calle, el bully se deshace de su camisa para mostrar su musculatura, pero eso tampoco impresiona a su rival. Cuando se plantan frente a frente para iniciar la pelea, se notaban algunas gotas de sudor en la frente del matón. Luego que su desahuciada victima asume una postura que, delataba la gran seguridad en lo que se proponía hacer, el grandulón despavorido sale corriendo ante el asombro de la multitud concentrada para atestiguar la masacre. Ahí terminó la leyenda de ese clásico abusón.

            Las elecciones del domingo pasado en el estado de México y Nayarit, entre muchas cosas, nos muestran que el muy entendible temor que la gavilla política mostraba ante el impresionante vaquero de las víboras prietas, ha desaparecido y los ratones se han dado cuenta de que el gato está molacho (como dicen en mi tierra), chimuelo (como dicen en el sur) guavesi (como dicen los yaquis) se le han caído sus filosas uñas por lo cual, ahora sólo se alimenta con calditos de verdura y pollo, pero sin carne, puesto que no la puede triturar. O tal vez lo describe mejor el dicho en inglés: “When the cat is away, the mice go play,” que se traduce; “cuando el gato desaparece, los ratones salen a jugar” y a ocupar los espacios desertados, o tal vez nunca ocupados por el supuestamente feroz gato.

            Pero peor, el gato de vez en cuando emite su muy prudente y respetuoso “miau,” asegurando todo está en orden, bajo control, y declara la casa libre de plagas. Así como en la película de Danny de Vito, “Con el dinero de otra gente,” cuando en la asamblea de accionistas de una empresa quebrada luego de que el dueño, ciego ante la evidente realidad, advirtiera del peligro que representaba que un hombre como de Vito tomara su control puesto que, lo describía como pirata corporativo. De Vito se dirige a los accionista e inicia con: “Amén, amén, amén,” burlándose de la perorata del derrotado dueño, para luego proseguir, “este negocio está muerto y este señor no se ha dado cuenta, yo no lo maté, simplemente lo dejaron morir.” Así ha muerto la democracia de la mano con el cambio, por su abandono, por la falta de valor para enfrentar a sus enemigos y el responsable de su guarda, parece no enterado.

            Ahora me pregunto, ¿el PAN está liquidado? A primera vista así pareciera puesto que, no ha surgido alguien con los tamaños que ha mostrado un Demetrio Sodi, para abiertamente criticar a su partido y a sus miembros esgrimiendo no sólo esa mercancía tan escasa en la política, valor y honestidad ante lo deplorable, sino que, inteligencia y sentido común pueden ir de la mano con el quehacer político ético y valiente. El ignorar lo evidente, es aceptarlo como algo que nunca debería ser aceptable, y eso, es la filosofía que le daba vida a la obra de Mises: “La Acción Humana.” El ser hombre actúa ante situaciones que identifica como inaceptables, para ir en busca de cambiarlas y lograr su progreso. De otra manera, la afirmación de que: “El problema de los seres humanos no es que apunten alto y fallen, sino que apunten muy bajo y, con gran puntería, le den a su blanco,” pasa a ser muy cierta, cuando menos en el caso del presidente conformista.


            Amén, Amén, Amén, Señor Presidente, si abordó el tren equivocado, no tiene sentido correr por los pasillos en la dirección opuesta, hay que apearse para tomar otro, y si el tren no hace una parada, pos brinque aunque se quiebre una canilla, se despalete, o, como decía mi tío Manuel Torres, “se quede lunanco.” La democracia y el cambio han muerto en mi país. Yo no los maté, los dejamos morir todos los mexicanos permitiendo la falta de acción de su responsable y ejecutor. Nunca le recordamos las palabras de aquel valiente patriota, Barry Goldwater: “Extremismo en defensa de la libertad, no es vicio. Y moderación en la procuración de justicia, no es una virtud,” y por ello, en lugar de la democracia liberal, hemos conquistado la “plebecracia revolucionaria nacional.”

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