Monday, November 14, 2016

Octubre 25, 1975: Biébrich; el último día


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Octubre 25, 1975: Biébrich; el último día

BULMARO PACHECO MORENORECIENTES 

Dice Jesús Enríquez Burgos: “El secretario particular del gobernador me llamó a eso de las dos de la mañana y me dijo: Regrésate de inmediato en el primer vuelo que encuentres, aquí en Sonora las cosas han cambiado y el gobernador necesita hablar urgentemente contigo”.
Era Genaro Encinas, secretario particular del gobernador Biébrich, el que le llamaba en plena madrugada.
“Yo estaba hospedado en el Hotel Casa Blanca, y tenía ya varios días en la Ciudad de México tratando de ver al secretario de la Reforma Agraria Félix Barra, para tratar lo relativo a los problemas agrarios que recientemente habían hecho crisis en Sonora”. Barra tenía muy poco tiempo en el cargo (su llegada sorprendió hasta al propio Gómez Villanueva, que quiso dejar a otro en su lugar, pero se le adelantaron los Zuno con Barra).




“El avión se retrasó por la neblina del aeropuerto, y aterrizó en Hermosillo al filo del mediodía. Me dirigí de inmediato al palacio de gobierno y acudí directamente al despacho del gobernador, al que encontré de pie, recargado sobre su mano derecha en una esquina del escritorio, que lucía vacío, ya sin papeles encima, y el despacho, sin cuadros en la pared y sin libros en los estantes que alguien seguramente había retirado ya”.
“Renuncié”, me espetó Biébrich lacónicamente. “Choqué con el presidente de la República y en estos momentos se discute en el Congreso el texto de mi renuncia” y enfatizó: “Creo que hay resistencias, y no la quieren aceptar los diputados, pero ya les mandé decir a través de Rubén (Díaz Vega), que la acepten y le eviten un mal mayor a Sonora” (ese mismo año el Senado había desaparecido poderes en Hidalgo y Guerrero).
Con marcadas huellas de desvelo y cansancio reflejadas en el rostro, Biébrich reafirmó: “Ya viene en camino el senador Alejandro Carrillo Marcor, que más tarde habrá de rendir la protesta como gobernador sustituto en el Congreso. ¿Como te llevas con él?, ¿lo conoces?”. “Cuando menos nunca lo hostilicé”, le contestó Jesús. “Este es solo un tropiezo en mi carrera política, nada más, así lo veo”, cerraba la plática Biébrich”.
“Ahí te encargo, gracias por tu eficaz colaboración, tú decides si el nuevo gobernador te invita, tienes aptitudes, no te desanimes. Me gustaría que el traspaso del poder fuera tranquilo y no se paralizara la administración pública, por ahora me retiro a la casa de gobierno”.
“Háblale a Jorge (Ayala) que en estos momentos se encuentra en Phoenix en la reunión de la Comisión Sonora-Arizona, para que se regrese y haga lo conducente”.
“Lo acompañé a salir -por última vez en su calidad de gobernador- de la oficina del Ejecutivo del palacio de gobierno por la salida lateral, tomando la escalera que baja directamente por la Tesorería, y da a la calle Doctor Paliza. Abajo y ya en la banqueta platicamos brevemente, y con un sentido abrazo nos despedimos”. “Biébrich soltaría con un dejo de ironía: “Fíjate nada más Cuyo: Muchos, a partir de ahora se irán a sus casas, y pensándola bien, yo ni casa tengo aquí” (vivía en la casa de gobierno). “Le hizo señas a su chofer ‘Chencho’ Hurtado y abordó un muy usado Ford LTD gris con rumbo a la casa de gobierno. En mucho tiempo no nos volvimos a ver”, recuerda.
Eran los últimos momentos del último día de Carlos Armando como ocupante del palacio, donde había permanecido apenas 742 de los 2190 días que abarcaban el sexenio. Toda una experiencia histórica para una nueva generación política en Sonora; Biébrich entonces de 36 años, Enríquez Burgos de 39. ¿Qué seguía para ellos, y para Sonora?
De regreso a su oficina en la Secretaría de Gobierno, Enríquez Burgos intentó aislarse del bullicio para poner orden sus ideas, y digerir lo que estaba sucediendo. Se sentó en un sillón alterno a su escritorio y se puso a pensar: ¿Qué nos pasó? ¿Cuál es la realidad? ¿Dónde estuvo la falla?
No tuvo mucho tiempo para pensar. Sin darse cuenta, entre la renuncia de Biébrich y la llegada de Carrillo transcurrieron horas en las que solo él, podía despachar y responder por el Ejecutivo. Empezaron a repiquetear los teléfonos preguntando por lo que seguía, llegaban los rumores sobre la intención de algunos presidentes municipales de renunciar en masa, también los reportes del alcalde de Cajeme Rodolfo León Manzo, sobre la concentración campesina en Ciudad Obregón, donde Celestino Salcedo se adjudicaba ya la renuncia del gobernador. “¿Qué hay que hacer, Jesús?”, le preguntaba mientras la gente invadía el palacio de gobierno buscando noticias,esperando la decisión del Congreso y el arribo del nuevo gobernador.
Jesús Enríquez Burgos, el quinto de siete hijos de Jesús Enríquez y Rosa Burgos, nació en Nácori Chico en 1936. Allá estudió la primaria con la maestra Chabelita (Isabel Martínez), del grupo de profesoras que Venustiano Carranza mandó al estado a petición del gobernador Adolfo de la Huerta, cuando todavía en Sonora no se fundaba la Escuela Normal.
Emigró Jesús después a Óputo, donde empezó la secundaria (fundada por Manuel Ríos y Ríos). Posteriormente emigró a Hermosillo y ahí terminó la secundaria y la preparatoria.
Formó parte de la primera generación (1953) de la Escuela de Leyes en la Unison. Junto con 13 compañeros de carrera se trasladó a la UNAM, donde concluyó la carrera completando su ciclo académico en 1959.
Desde un principio lo atrajeron el litigio, la política y la academia. Trabajó en la Unión Ganadera y dio clases de Derecho Agrario en la Universidad. Con inquietudes políticas, no dudó en afiliarse a la corriente política que pugnaba por la candidatura de Fausto Acosta Romo en el proceso político de 1961, que al final ganó Luis Encinas Johnson. “Ya habían propuesto candidato a don Fausto la CNC y la CNOP, pero una voltereta política de última hora cambió el curso de la historia política local y el postulado fue el rector de la Universidad”.
En la sucesión de 1967, vuelve a incursionar en la política de nuevo a favor de Acosta Romo. El candidato del PRI fue Faustino Félix Serna.
Le dijo Félix Serna: “A Fausto y a Cubillas, les dije: ‘Yo tengo la candidatura y ustedes tienen la gente; vamos a sumarnos’. Pero Fausto no quiso, pero algunos de sus partidarios sí jalaron conmigo. Cubillas negoció e hicieron candidato por Hermosillo al “Montaraz” Manuel Torres”.
Tiempos de amistades y alianzas: Carlos Argüelles del Razo, Raúl Encinas, Enguerrando Tapia, Norberto Aguirre, Alfonso Castellanos y otros.
Argüelles acerca a Enríquez Burgos con el gobernador Félix Serna, que estaba en plena etapa de conciliación con los grupos antagónicos que se opusieron a su candidatura.
Es así que para la elección de 1970, Enríquez Burgos entra como suplente en la fórmula para diputado federal con Enrique Fox Romero.
En febrero de 1972 asume Jesús Reyes Heroles la presidencia del CEN del PRI y designa delegado en Sonora al fogueado político Rodolfo González Guevara. Argüelles relaciona a sonorenses con el presidente del PRI y con el nuevo delegado. La labor se facilita también por la cercanía del secretario particular de don Jesús: Alejandro Sobarzo Loaiza.
A finales de ese año se viene la sucesión y el desenlace favorece al subsecretario de gobernación Biébrich. A la llegada del candidato a Sonora, Enríquez Burgos es invitado a pronunciar el discurso de bienvenida a nombre del sector popular. Se involucra en la campaña. Sale de la delegación del CEN González Guevara y entra Manuel Gurría Ordoñez.
Viene la postulación de candidatos a diputados federales: Oquita, Sobarzo, Enríquez Burgos, Gilberto Gutiérrez Quiroz como candidatos propietarios. Suplente de Enríquez Burgos por Guaymas: Fernando Elías Calles.
Es electo y dura muy poco en la Cámara en aquella legislatura que coordinaba el exgobernador de Campeche Carlos Sansores Pérez. En la primera semana de septiembre de 1973, el gobernador Biébrich le hace la invitación para que se haga cargo de la Secretaría de Gobierno. Acepta, y su suplente Elías Calles se queda a cargo de la diputación.
Reconoce el problemas agrario como el de mayores tensiones políticas: más de mil solicitudes de ampliación de ejidos y nuevos centros de población. Latifundios familiares, solicitantes de tierra, un rentismo de tierras que ya alcanzaba al 80 % de la superficie ejidal del estado, e intensa presión política de las organizaciones campesinas avaladas por el centro.
El 28 de octubre de 1975 lo releva en la Secretaría de Gobierno Raúl Encinas Alcántar. Enríquez Burgos pasa al Supremo Tribunal de Justicia, donde  dura semanas en el cargo. Regresa a su escaño en la Cámara de diputados. El periodista Rodolfo Barraza le insinúa que en el CEN del PRI lo mencionaban para ocupar la presidencia del estatal a la renuncia de Díaz Vega; lo promovía Rodolfo Echeverría Ruiz. Ocupa la dirigencia estatal a partir de diciembre de 1975, le toca el manejo de la campaña presidencial de José López Portillo y la selección de candidatos para el proceso de 1976, donde es acompañado por el delegado del CEN, Mario Vargas Saldaña. Desde 1971 era secretario ejecutivo del Comité que Impulsaba la construcción del nuevo edificio del PRI estatal con 2 millones de pesos y los terrenos que antes ocupara el estadio Fernando M. Ortiz.
Deja la dirigencia del PRI en marzo de 1978 a Samuel Ocaña; lo nombran delegado del CEN en Durango. Regresaría tiempo después a su despacho.
Refresca aires y se va de viaje a Inglaterra con toda su familia de 1980 a 1981. Retoma la carrera política como diputado local por Moctezuma en la LIII Legislatura, en 1991.Vuelve al Congreso local después por representación proporcional en la LVI, del año 2000.
Entre responsabilidades administrativas y partidistas nunca descuidó su despacho jurídico; donde hasta la fecha trabaja.
Como secretario de Gobierno ejerció por unas horas el Poder Ejecutivo entre la salida de Biébrich y la llegada de Carrillo. Presidió el Supremo Tribunal de Justicia y dirigió el Congreso local en dos legislaturas. De los pocos políticos que se pueden jactar de haber mandado en los tres poderes. Una carrera de resistencias, de altibajos y con una enriquecedora mezcla de triunfos y sinsabores. No goza pensión de ningún tipo. No se aprovechó, como otros, de la debilidad de las Instituciones. Vive de su trabajo.
Tiene 54 años de casado con Gloria Aracely González, con cuatro hijos y siete nietos.
El pasado febrero cumplió 80 años. No se le notan. Se le ve la agilidad de siempre, el mismo optimismo, cero amarguras, espíritu de servicio y una calidez poco común en el ámbito de la política. No toma medicinas, conduce su propio automóvil, y luce activo en la polémica diaria de los problemas nacionales y locales.
41 años lo separan de aquella trascendente y recordada experiencia. ¿Han cambiado las cosas en estas cuatro décadas? “Mucho, tanto el rostro, como la imagen, la política y las instituciones de México y Sonora han cambiado. Lo único que permanece intacto, incólume, invariable y sin cambios es la condición humana. Las pasiones humanas, los conflictos, los amores, los odios, los celos, la admiración, la envidia, todo lo bueno y todo lo malo que somos los hombres. Eso decía Paz, y agregaba: que la política es un nudo entre  las fuerzas impersonales –o más exactamente:transpersonales– y las personas humanas”. Ahí está la experiencia. Ahí está la vida.

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