Wednesday, November 16, 2016

México liberal




“SEÑORES REDENTORES, REPARTIDORES DE RIQUEZA, REVOLUCIONARIOS, PERFECTOS IDIOTAS INTERNACIONALES: MÉXICO NECESITA CREAR ANTES DE REPARTIR. ESTÁ COMPROBADO QUE EL MEJOR HORIZONTE PARA CREAR RIQUEZA ES A TRAVÉS DE UNA SOCIEDAD LIBRE.”


RICARDO VALENZUELA
La historia de la civilización es el sendero de un permanente conflicto entre libertad y opresión. Cada victoria de la libertad ha marcado un doloroso paso hacia el progreso de la humanidad. Así podemos medir el avance y progreso de la civilización en relación a los niveles de libertad logrados por sus instituciones.
 

La primera gran batalla por la libertad se libró a nivel de pensamiento. Los liberales razonaban cómo la libertad de pensamiento era indispensable para la humanidad. Promovería el conocimiento para de esa forma avanzar la civilización. Sin embargo, los autoritarios reviraban argumentando esa libertad sería peligrosa; la gente no podría pensar correctamente, que sólo unos cuantos habían sido divinamente escogidos para pensar por ellos, esos divinos tenían los libros de la gran verdad y otra búsqueda era innecesaria. Todos los poderes de la iglesia y del estado se volcaron contra los liberales, pero después del sacrificio de muchos de ellos, la libertad de pensamiento ganó la batalla.

El segundo enfrentamiento se daba en la trinchera de la libertad de expresión. Los enemigos de la libertad, aquellos con poderes y privilegios, furiosamente se oponían a la libertad de expresión al igual que se habían opuesto a la libertad de pensamiento. La iglesia afirmaba era peligroso el permitir que la gente expusiera lo que pensaba--podían expresar la verdad. El estado afirmaba también que la libertad de expresión era un ataque a la seguridad nacional. No era el deber de los ciudadanos el pensar y expresar lo que pensaban, ellos sólo tenían que obedecer. Después de largas persecuciones los liberales triunfaron en su esfuerzo, aunque algunas instituciones y países autoritarios todavía se oponen furiosamente a estas libertades manteniendo las cadenas de su gente.

La tercera batalla se libró por la libertad de prensa. Los mismos viejos enemigos lucharon enérgicamente por suprimir esta libertad y sus medidas fueron igualmente represivas, muchos mártires han caído en esta lucha. Al igual que la libertad de pensamiento y expresión, la libertad de prensa ha probado ser un poderoso factor en el progreso de la humanidad. 

El cuarto enfrentamiento histórico entre liberales y autócratas fue por la libertad de asamblea. Las instituciones represivas argumentaban que la gente no debería de reunirse en asambleas libres porque existía el peligro que discutieran asuntos relacionados con el estado o la iglesia, podían entonces planear traición, o peor, una revolución. La libertad de nuevo salió triunfante y la libertad de asamblea ha probado ser un gran detonador del desarrollo humano.

El último enfrentamiento, en esta primera etapa del desarrollo liberal, fue la libertad religiosa. Los liberales argumentaban que dicha libertad era necesaria en todas las relaciones humanas. El hombre debería de ser libre para profesar la religión que más le convenciera de acuerdo a su conciencia y a su razón, o no profesar religión alguna. Pero la infalible iglesia se opuso agresivamente a perder ese monopolio de creencias, sin embargo, en la mayor parte de los países que hoy llamamos libres, de nuevo el concepto liberal triunfó. 

Al haber logrado la sociedad civil tan importantes triunfos en su búsqueda por la libertad, logró también un gran fortalecimiento de sus bases y sus estructuras para buscar el siguiente premio: la libertad de elegir a sus gobernantes, en otras palabras, la democracia liberal. Sin duda fueron los fundadores de los EU, encabezados por Thomas Jefferson, los que dieron el ejemplo al mundo de cómo establecer un sistema político moderno. Jefferson afirmaba: “Un gobierno sabio y frugal que controle a sus ciudadanos y no se agredan unos a otros para de esa forma dejarlos en libertad para perseguir sus sueños, y que no les quite el pan de la boca fruto de su trabajo. Eso es en suma un buen gobierno.”

Al haber logrado la sociedad civil establecer la democracia liberal para regir sus propios destinos en los países que serían el ejemplo del mundo en los siguientes más de doscientos años, pasaron en esos momentos a trabajar en el último cimiento de su nueva y moderna sociedad; la economía de mercado. La libertad para intercambiar entre individuos y naciones sin la coerción de los gobiernos, sin restricciones ni barreras. Una economía en la cual los medios de producción estarían en manos de la sociedad civil y no del estado, de los nobles, ni de los señores feudales. Una economía en la cual la riqueza se repartiera entre los que la están creando a través de los procesos naturales de los mercados, y no que través de intereses creados, privilegios, rentas, subsidios, rescates e impuestos, que son todos violaciones fragantes a los principios de libertad.

Pero ojo, cada vez que la sociedad logra niveles de libertad inaceptables para el “establishment mundial,” misteriosamente se presenta una crisis adornada con alguna guerra. Y cuando los cañones callan y el humo de la metralla se disipa, nos encontramos con las libertades encogidas y un gobierno engrosado. Tal vez por ello la frase del jefe de gabinete del gobierno actual en EU: “nunca hay que desperdiciar una buena crisis,” hoy día más que nunca deba llamar la atención y provoca alarma.

México no fue ajeno a este proceso y durante todo el siglo XIX se vio envuelto en feroces luchas entre conservadores y liberales. Unos tratando de preservar el statu quo, otros tratando de edificar un México libre. Los conservadores, inclusive, importando un emperador europeo, los liberales luchando por liberar a México de la herencia autócrata de la corona de España y del yugo de la reumática iglesia católica. Finalmente triunfaron los liberales. 

A México se le observaba como el país del futuro, la economía emergente de ese siglo XIX. Sin embargo, los mexicanos echamos por tierra uno de los pilares básicos de una sociedad libre; la democracia liberal y durante los últimos cien años, primero los liberales y después los revolucionarios se aferraron al poder sin oír el mandato del pueblo.

Finalmente hemos logrado la democracia, más no liberal, no republicana. Hemos logrado lo que Jefferson bautizara como Plebecracia, el mandato de la plebe en los congresos. Señores redentores, repartidores de riqueza, revolucionarios, perfectos idiotas internacionales: México necesita crear antes de repartir. Está comprobado que el mejor horizonte para crear riqueza es a través de una sociedad libre. México necesita instituciones libres, una sociedad libre, una sociedad abierta, una sociedad liberal, no neoliberal, ese aborto mexicano de la verdadera sociedad liberal. México no necesita más cadenas, ya las hemos tenido por más de quinientos años.

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