Wednesday, October 5, 2016

Con la misma desigualdad que en la Nueva España

“México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortuna, civilización, cultivo de la tierra y población”.

Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, 1811.
El país de la desigualdad. Así se refirió Humboldt a México después de su vista a la Nueva España a principios del siglo XIX. Mucho ha cambiado. Y al mismo tiempo, poco. El informe sobre Desarrollo Humano en México para 2016, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, enfocado en desigualdad y movilidad social, nos da información alentadora desde cierta perspectiva, pero devastadora al compararnos frente a los demás países e incluso dentro de nuestro mismo país.

La desigualdad es un tema que preocupa en México. El coeficiente de Gini, índice que va de 0 a 1 y que indica mayor desigualdad conforme se acerca a 1, es 0.494 para México antes de impuestos y transferencias. Nos encontramos en el lugar 30 de los 34 países de la OCDE. Alemania, Portugal e Italia son más desiguales. Para corregir estas desigualdades, los países tienen a la mano herramientas de política pública como los impuestos y transferencias que, si se usan de forma correcta y eficiente, pueden ayudar significativamente a disminuir la brecha entre los sectores con mayores ingresos y los de menores.

Si la política fiscal es eficiente en este ámbito, es decir, si los impuestos se aplican de forma adecuada y progresiva y las transferencias sirven para el propósito para el cual han sido diseñadas, entonces esperaríamos que el índice de Gini bajara después de la implementación de ambas herramientas. Eso sucede con Alemania, Portugal e Italia. En México también sucede, pero en una menor proporción. Tan es así, que después de impuestos y transferencias, México se vuelve el país más desigual entre los miembros de la OCDE.

Así es la eficiencia y la eficacia de nuestras políticas de redistribución de la riqueza.

En el estudio mencionado se alude a la desigualdad y a la movilidad social en conjunto para analizar si hay correlación entre ambas. En términos generales, sí existe esa correlación; entre mayor sea la desigualdad de origen, menor es la movilidad de las personas –pueden moverse menos de un decil de ingresos a otro– lo que genera, a su vez, más desigualdad. México se encuentra dando vueltas en ese círculo vicioso.

Pero han habido avances y es importante mencionarlo. En términos absolutos, ha mejorado el desarrollo de los mexicanos. El Índice de Desarrollo Humano ha mejorado en el tiempo. Han habido logros importantes en salud y en educación. Ha habido movilidad 'bsoluta', es decir, la expectativa de vida ha aumentado y han aumentado los años de estudio promedio de la población. El impacto del sector salud ha sido mayor. Pero la buena noticia tiene un aspecto contrastante. Si bien han habido mejoras y se vive más, conforme se avanza en edad se vive peor. La desigualdad aumenta en la medida en la que la población va envejeciendo.

El otro componente del Índice de Desarrollo Humano es el ingreso. El avance económico del país a lo largo del tiempo no ha contribuido a la disminución de la desigualdad. Por el contrario, ha sido el motor de la misma. En este aspecto, el informe señala que el mercado laboral del país replica y fomenta las desigualdades.

El avance ha sido lento si nos comparamos con otras economías. Mientras nosotros caminamos, otros van corriendo. Jamás podremos cerrar esa brecha si no aceleramos el paso. Pero al ver las políticas públicas que seguimos aplicando, no se percibe ningún sentido de urgencia. Seguimos usando programas de transferencias regresivos, no tenemos un padrón confiable de beneficiarios –lo cual repercute en el desperdicio de miles de millones de pesos–. Hablamos mucho de la reforma educativa, pero no del contenido y la calidad de los años de estudio. Se han gastado billones de pesos en el combate a la pobreza y en programas de desarrollo social desde hace décadas y el porcentaje de población en pobreza es prácticamente igual al que teníamos hace 20 años.

Como bien dice el informe, la movilidad de México se observará en la movilidad de los mexicanos. Hoy tenemos la misma desigualdad y probablemente la misma movilidad que teníamos hace siglos cuando éramos la Nueva España. ¿Nos daremos cuenta de la urgencia o seguiremos esperando?

La autora es profesora de economía en el ITAM y directora general de México ¿cómo vamos?

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