Tuesday, September 6, 2016

Villa Rosa: cuando el tirano huyó

(altag)
Hay que aprender de los ciudadanos de Villa Rosa para poder concretar victorias políticas reales. (altag)
A pesar de lo que la mayoría esperábamos, el verdadero gran hecho histórico de esta semana no fue el jueves 1 de septiembre, cuando más de un millón de personas salieron a las calles de Caracas a manifestarse en contra de Nicolás Maduro. La verdadera hazaña histórica fue una situación más pequeña y aislada, y que dio la estocada más letal, hasta ahora —desde el 6 de diciembre de 2015—, a la estabilidad de Maduro: Villa Rosa.
Villa Rosa es un sector popular en Margarita, estado Nueva Esparta. Para el viernes 2 de septiembre Nicolás Maduro tenía planeado “inaugurar” unas viviendas en la localidad  —que, supuestamente, era chavista, en su mayoría. Ahí iba a transmitir la supuesta entrega de viviendas por cadena radial y de televisión, pero los residentes del lugar comenzaron a «tocar cacerolas».



Maduro no pudo llevar a cabo el paródico acto. La ciudadanía, con los fuertes golpes a las ollas, los gritos de la gente e insultos, lo impidió; por lo que el mandatario tuvo que retirarse de la zona en la caravana presidencial. No obstante, los carros se cruzaron con cientos de personas en las calles protestando, manifestando, «caceroleando», y, Maduro, cometió una colosal necedad —que delata la ilusión de supremacía que ostenta—: se bajó de su vehículo (aún no está clara la razón, algunos medios señalan que creía que lo estaban apoyando).
En el momento en el que el líder chavista abandona el amparo de la caravana, se encuentra con una atronadora realidad: una turba de ciudadanos enfurecidos, protestando en su contra e insultándolo.
Las antología de imágenes hablan por si solas: Nicolás Maduro comenzó a alejarse, y es perseguido por la turba de personas, mientras empieza a encontrarse con un mayor rechazo. El único apoyo que tenía era su caravana, ahora desmontada y tratando de proteger al tirano.

En un momento, que se debe resaltar, supuestamente Maduro agredió a una mujer que lo estaba caceroleando, Eudys Marcano —quien se convertiría en heroína de la ciudadanía y la irreverencia. El líder revolucionario perdió el control, perdió los estribos y padeció el momento en el que estuvo más vulnerable, hasta ahora.
Luego, Maduro, escoltas y lisonjeros se refugiaron en una casa de una familia chavista y, como era de esperarse, este acto de rebeldía tuvo como consecuencia una férrea represión por parte del régimen a los habitantes de Villa Rosa: denunciaron desconexión total. Los aislaron. Más de 90 detenidos. Decomisaron celulares y se hostigó a las familias.
Este, sin duda, es el golpe más letal que ha recibido Nicolás Maduro —después de las elecciones del 6 de diciembre, y manifestaciones de 2014. Acciones como las ocurridas en Villa Rosa son aquellas que, verdaderamente, logran desestabilizar al régimen.
Además de haberse convertido en un acto histórico, Villa Rosa se convierte en un ejemplo; un modelo a emular, a estudiar y que debe ser analizado por el liderazgo opositor; y por la ciudadanía en general.
En Villa Rosa se dio un ejemplo, heroico, de ciudadanía a todo el país. Un ejemplo de voluntad. Son los actos de rebeldía, de irreverencia, actos pacífico, pero contundentes, los victoriosos. Son los actos que realmente logran un retroceso político del régimen; los que molestan y son incómodos al poder, los que triunfan. Villa Rosa fue una estocada moral y política a la estabilidad de un gobernante que, pese a carecer del respaldo popular, se creía absoluto.
Como bien señaló el profesor Carlos Leañez de la Universidad Simón Bolívar, se “increpó al poderoso. Se le hizo sentir que el país es de los ciudadanos. Que quien abusa sobra y este no puede mandar”.
La represión que vino después del asedio al régimen desprotegido solo evidencia algo: una importante pérdida del poder. Al leer la imprescindible obra de Hannah Arendt, Sobre la violencia, se puede comprender que el poder y la violencia son dos fenómenos que se excluyen mutuamente, es decir, son lo contrarios. En donde hay poder no hay violencia, y viceversa.
De esta manera, los, al menos 30 detenidos por cacerolear en Villa Rosa, demuestran que el régimen, durante ese acto heroico de la ciudadanía en Margarita, perdió completamente el poder. Ese es, precisamente, el objetivo principal. Eso es lo que se debe lograr cada vez que se accede a la protesta para obtener un fin político.
Los residentes de la localidad de Villa Rosa demostraron una sublime valentía. Fue un acto de irreverencia. El valor está en la osadía de haber arremetido contra el tirano, a solo metros de este.
Reina la obligación de seguir el ejemplo del pequeño sector y de estos grandes ciudadanos, quienes, a pesar del riesgo, llevaron a cabo uno de los actos de irreverencia más admirables en la historia contemporánea de Venezuela. Villa Rosa es la herida más profunda que, por ahora, sobrelleva el régimen chavista.
Son estos actos de rebeldía de los que tenemos que aprender. Son las manifestaciones incómodas las que logran objetivos concretos, las que obliguan al régimen a retroceder, las que deben ser emuladas. Bajo este excelso logro deben ser medidas todas las protestas en contra de Nicolás Maduro.
Esperemos que Villa Rosa se convierta en la primera gran punzada que culmine con el régimen chavista. Recordemos al 2 de septiembre como el día en el que el tirano huyó; el día en el que los ciudadanos se armaron de valor y lograron debilitarlo: ¡Villa Rosa, señor!

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