Tuesday, September 20, 2016

La verdadera víctima del populismo: el pueblo

By: Priscila Guinovart - 

(ERepublik) populismo
En Argentina, durante la oscura “era del populismo K” más de un millón de personas vivieron en la pobreza extrema. (ERepublik)
Las víctimas son siempre ellos, los totalitarios. Cristina Fernández afirma ser víctima de persecución judicial. La expresidenta brasileña Dilma Rousseff, por su parte, también hace uso del término “víctima”, pero en su caso la “victimaria” es la injusticia. Nicolás Maduro, con todos sus muertos, con todo su hambre, con toda su escasez, con todos sus presos políticos, con toda su represión, también es – ¡por supuesto!- víctima. ¿Quién lo pone en tal lamentable situación? No caben dudas: la derecha y el imperialismo.
Similares son las acusaciones del presidente boliviano Evo Morales, que ha declarado ser víctima de Estados Unidos y sus infinitos planes macabros que buscan destruirlo a él y a toda América Latina.
El vicepresidente uruguayo Raúl Sendic, que tiene el muy dudoso récord de haber fundido un monopolio estatal, es… ¡adivinan! ¡Víctima! El monstruo detrás de Sendic es una “campaña feroz”.



Queda claro que la izquierda tiene serios problemas a la hora de reconocer sus errores. A los horrores, como es de esperar, ni los nombra. Y si hubiese, por casualidad o golpe de suerte, un acierto, les será recordado a sus ciudadanos hasta el confín de los tiempos: no sea que nadie tenga la imprudencia o el descuido de olvidarse de un tino – mucho menos, viniendo de pobres víctimas.
Fuera de todo lo jocoso que estas declaraciones puedan resultar en un principio, y las más que comprensibles ganas de esbozar una sonrisa al leerlas, lo cierto es que de graciosas tienen poco. Desde el momento en el que existen víctimas reales (que son, en su mayoría, anónimas, que no se defienden ante medios internacionales, ni parlamentos, ni cosa parecida) la gracia y el chiste se esfuman cual riqueza y productividad en un país socialista.
En Argentina, durante la oscura “era K” más de un millón de personas vivieron en la pobreza extrema. Hay que hacer particular énfasis en el adjetivo “extrema”, ya que “simplemente pobres” hubo, naturalmente, muchos más. Ella, la voz del pueblo y los indefensos. No hablemos de la limitada libertad de expresión durante su ¿reinado? y el de su marido, ni de fiscales muertos, ni de la vergonzosa corrupción que inundó Argentina. No, no, la víctima no fue Nisman, fue Cristina.
¿Qué es Petrobrás? ¿Qué son 8.400 millones de dólares en transacciones dudosas? ¿Qué importancia tiene el enriquecimiento ilícito de medio PT, su partido? Es evidente, quizás sólo para los ojos de Lula Da Silva y de algunos puñado de fanáticos, que Dilma no estaba al tanto. Como si fuese poco, pobre mujer, fue víctima de una figura legal que ni siquiera existe en la constitución brasileña ¡el impeachment!
Por supuesto que cuando el PT exigió el impeachment de Color de Mello, éste sí era válido. Cuando el PT pidió el impeachment contra Itamar Franco, nada de malo ni ilegal había en tal proceso. ¿Es que no lo saben? Ahora el impeachment es cosa de gringos, y lo que ocurrió en Brasil es un claro y llano golpe de estado. ¡Pobre Dilma!
Bolivia llega a récords históricos en su deuda externa, todo de la mano de Evo Morales (a quien se lo ha llegado a describir como “autócrata bueno” como si tal cosa existiese)  pero claramente la víctima es el mismísimo Evo, al que con seguridad atacan por sus pobres orígenes, por ser indígena y no ostentar títulos universitarios.
El 75% de los venezolanos vive en la pobreza e incluso así, la falta de medicinas y alimentos es sólo una parte de la paupérrima situación que viven los venezolanos, amenazados por la inseguridad y la falta de libertades básicas.
Pero claro, ¡pobre Maduro! ¿Quién lo manda a pelear contra el enemigo todopoderoso que es y será el imperio? Nadie lo ve, pero Nicolás Maduro es en realidad Luke Skywalker.
En Uruguay, un 9.7% de sus habitantes vive debajo de la línea de pobreza. En el particular caso de la nación oriental, no hay que olvidar que hablamos de un país con poco más de tres millones de habitantes. El 9.7% cobra ahora otra fuerza, otro valor. Y no tiene nada que envidiarle a Brasil con su escándalo petrolero: Uruguay tiene a ANCAP, habiendo perdido, en su cénit, más de medio millón de dólares por día. Quien alguna vez fuera su director (ahora devenido en vicepresidente) no tuvo consecuencia política alguna. Nadie le pidió una renuncia, o una explicación siquiera. Sin embargo, él es víctima.
Cuando los gobernantes fallan al reconocer a las verdaderas víctimas (que son siempre los ciudadanos) es de prever que falló ya en mucho y fallará en todo lo demás.
¿Cuántos gobernantes han hecho mea culpa? Pocos, es cierto, pero cuando la ausencia de autocrítica viene de la izquierda, del socialismo y el comunismo, que se autoproclaman defensores del pueblo y los pobres, la corrupción duele el triple. La miseria también. Cuando son ellos la causa de tales males, todo cobra otras dimensiones. Si detestan tanto el capital, habría que preguntarse, ¿entonces por qué lo roban o despilfarran?
Leer a tales personajes, muchos de ellos aún en el poder, describiéndose como víctimas sólo se hace digerible a través de cierta cuota de sarcasmo. Pero reitero, para las verdaderas víctimas (que existen y son millones) no hay nada de chistoso

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