Friday, June 17, 2016

VALE MÁS MALO CONOCIDO



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres

Escuché por primera vez su nombre en 1979 de boca del economista de Bank of América, Falco Haller. EU se encontraba en el centro del huracán creado por años de agresión a su aparato productivo dando vida a un desconocido fenómeno: Estanflación. Se tomaban de la mano inflación con resección sumiendo al país en una oscura noche de Malasie cuando el Presidente Carter, en su mediocridad, arriando sus banderas pedía a su pueblo darle la bienvenida y aceptar un futuro de ruina y penurias.

 
Al final de un agitado día en los mercados cambiarios mundiales, Haller me afirmaba: “Este es el mundo de Keynes y sus deformadas ideas de activar la economía estimulando la demanda mediante gastos gubernamentales, déficits, y endeudamientos de los países. El mundo se dirige hacia la locura financiera; nos hemos hecho adictos a esa loca fantasía, a la gratificación inmediata sin prever las consecuencias futuras. Los sistemas monetarios del mundo se ha convertido en un casino donde se juega el futuro de la humanidad.”

Prosigue; “Pero por primera vez en años observo una luz de esperanza en medio de toda esta turbulencia. Hay un joven economista que está provocando gran controversia; Arthur Laffer. Un hombre con ideas opuestas al clásico Keynesianismo y está creando una revolución. Habla con pasión y lógica pura, contrario al esquema de Keynes, de estimular la oferta recortando los asfixiantes impuestos con los que se ha empantanando las actividades de la sociedad civil, y de esa forma, empresas con más dinero en sus tesorerías, se darían a la creación de nuevas necesidades (computadoras, celulares, tabletas etc.) para luego pasar a su producción. La gente con más dinero en sus bolsillos, haría frente a esa oferta demandando sus productos.”

Aprendí que las teorías de Laffer se les conocían como Suppy—Side y sentaban ya las bases para dar reversa al proceso de contaminación inyectado a la economía mundial durante tantos años. En el mundo permanecían dos tipos de gobiernos: los comunistas y los estatistas devoradores del ingreso de sus ciudadanos vía impuestos draconianos. Los gobiernos carceleros de sociedades esclavizadas, y los gobiernos que permitían cierta libertad y un tenue respeto a la propiedad privada, para luego arrebatar a su gente, de manera coercitiva, el fruto de su esfuerzo.

Años después, las ideas de Laffer abrazaban al planeta cuando el presidente  Reagan las utilizaba para rescatar la economía mundial de las garras de la Estanflación, a la humanidad del comunismo y algunos países del estatismo mercantilista. El nombre de Laffer ya no se escuchaba por accidente, era ahora considerado como una de las grandes mentes que remodelaban el convulsionado mundo. A sus escasos 34 años de edad, era listado por el Wall Street Journal como una de las mentes más influyentes del mundo.

Lo conocí hace años, en San Diego State University cuando impartía una conferencia. Durante mi estancia en San Diego de más de un año, pude establecer una buena amistad con él y colaborar en algunos de sus proyectos. A partir de esos momentos me convertí al evangelio del Suppy—Side absorbiendo la sabiduría de éste hombre. Leí todos sus artículos publicados en los medios económicos más prestigiados del mundo, al igual que los de Jude Wanninsky, otro miembro del grupo.

Cuando Colosio fue ungido con la candidatura a la presidencia, inicié la promoción  de una reunión entre ambos hombres; Laffer y Colosio. Sobrevino el asesinato y el encuentro abortó. Nunca olvidaré sus proféticas palabras: “Se ha activado un plan para desestabilizar el país y el objetivo es provocar una devaluación. Mientras Pedro Aspe sea Secretario de Hacienda no se dará, pero al momento que se retire del escenario, la consuman y el país se va a hundir en un remolino del cual tardará muchos años para emerger.”

En Enero de 1995 Laffer compareció ante el Congreso americano para analizar la devaluación mexicana y decidir acciones. Él se oponía al plan de rescate de Clinton y presentaba otro para desactivarla regresando el peso a su valor original, o, en el peor de los casos, a 4.50 pesos por dólar. Advirtió el que no hacerlo, le costaría al país más de 500 billones de dólares. El sistema bancario naufragó, miles de empresas corrieron la misma suerte, se perdieron millones de empleos, el país se sumergió en una espesa niebla en la que todavía deambula.

Perdí contacto con él pero hace unos días nos reencontramos. Me recibió con el afecto de siempre y saludó haciendo un resumen de la historia económica de México de los últimos años. Luego de ese entremés le inquiero; ¿Cómo ves la situación de México en estos momentos? Al iniciar su respuesta casi me arrepiento de haberle preguntado.

Abandonando su eterno optimismo me responde; “lo veo mal. En los últimos 20 años México no ha modificado lo que verdaderamente requiere para iniciar su ruta hacia el progreso. Siento esta última administración expidiendo una aroma a los tiempos del México estatista y mercantilista con un nuevo y fatal elemento. Al haber desaparecido la rienda corta del presidencialismo, los gobernadores, en toda la geografía nacional, deambulan como las hordas de Atila saqueando los estados. El endeudamiento público hace de nuevo su aparición a niveles muy peligrosos. La libertad económica sigue ausente del menú de los líderes políticos.

El sistema judicial sigue siendo, lo que tú mismo padre definiera, una olla de gusanos. Los empresarios estatistas han brotado como las hiervas de verano y la corrupción navega con viento de cola. Veo el mismo México que describiera Colosio en su discurso de Marzo 1994, y eso es un mal presagio. La economía continúa presentando crecimientos raquíticos y los desempleados emigrando a los EEUU. El sistema educativo sigue formando clientes para las filas que encabeza López Obrador. El narcotráfico es ahora un elemento que, para desgracia de los mexicanos, participa activamente en todos los ámbitos de la vida nacional. Los mercados libres se han archivado.”

De acuerdo Arturo, le reviro, pero tal vez lo más grave sea la confusión, apatía y pasividad de muchos mexicanos argumentando el país no está tan mal pues vale más malo conocido, pues como afirmara Goethe: “Nadie es tan esclavo como aquel que se cree libre sin serlo”.

Si algo requiere México en estos momentos, es formación de capital humano creando hombres libres, de mentes críticas e independientes. México nunca resolverá su problemática mientras no haya una masiva inversión en capital humano que se levante como una poderosa ola para construir el país, no para cruzar la frontera, o, en medio de la mediocridad afirmar; no estamos tan mal.

Se levanta Laffer para dirigirse al salón donde lo espera un enorme auditorio. Dime algo de más México, casi le suplico: Sonríe y caminado responde; “hablan español, bellas playas, ah, recluten de nuevo a Paco Gil Díaz o a Pedro Aspe para Hacienda porque si no, el país de nuevo se hunde.”   

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