Saturday, June 18, 2016

El viaje de Reagan a Rusia debería HABER SIDO la hoja de ruta para el de Obama a Cuba

Por: David Boaz

Obama Cuba
Cuando el incondicional anti-comunista Ronald Reagan fue elegido presidente en 1980 – coincidiendo con el año 64 de gobierno del Partido Comunista en Rusia – nadie esperaba que sólo ocho años después finalizaría su segundo mandato con una visita amistosa a Moscú.
Pero así fue, y lo que Reagan hizo en dicha ocasión debería guiar al presidente Obama en su visita a Cuba – la primera de un presidente en ejercicio desde la revolución comunista de Fidel Castro en 1959 – en los pasos que pueda dar para escoltar al pueblo cubano hacia la verdadera libertad.
Por supuesto que hay una diferencia: en 1980 la Unión Soviética y los Estados Unidos poseían miles de armas nucleares apuntando la una hacia la otra, y los estadounidenses temían una confrontación entre ambas superpotencias. La principal misión de Reagan era prevenir el uso de dichas armas. Con Cuba no enfrentamos tales riesgos, pero los estadounidenses creen que todo el mundo merece ser libre, y ese es un mensaje que vale la pena presentar donde quiera que la gente carezca de libertad.
Reagan fue a Moscú para negociar un acuerdo de control de armas con el líder soviético Mikhail Gorbachev. Pudo haberse contentado con eso – pocos estadounidenses habrían notado una ausencia de discurso ideológico durante una visita diplomática.



Pero desde su discurso televisado en 1964 titulado “Un tiempo para elegir”, en nombre del candidato presidencial del Partido Republicano el senador Barry Goldwater, y con anterioridad, Reagan fue siempre un predicador de los derechos humanos y de la libertad económica, entendidos como valores universales, y no quiso desaprovechar la oportunidad de hablar sobre esos valores tras el Telón de Acero. Decidió fortalecer a los disidentes soviéticos y defender con vehemencia el sistema estadounidense de libre empresa y gobierno limitado en contra de las viejas tergiversaciones soviéticas.
Antes de llegar a la URSS hizo escala en Finlandia, y en frente de una multitud dijo lo siguiente: “No existe seguridad internacional sin el respeto a los derechos humanos… La fuerza creativa y moral más grande en este nuevo mundo, la mayor esperanza de supervivencia y éxito, para la paz y la felicidad, es la libertad humana”.
Y preguntó: “¿Por qué los ciudadanos soviéticos que deseen ejercer su derecho a emigrar deben someterse a cuotas artificiales y legislaciones arbitrarias? ¿Y qué debemos pensar de la continua represión sobre aquellos que desean practicar sus creencias religiosas?” Obama debería hacer las mismas preguntas en Cuba.
Reagan se entrevistó en Moscú con cerca de 100 disidentes – “activistas de derechos humanos y refúseniks judíos [a los que se les denegaba el permiso de salida de la URSS], veteranos de los campos de trabajos forzados y del exilio siberiano, y las esposas y los hijos de algunos aún encarcelados”, según Los Angeles Times. Reagan les dijo: “Vine hasta aquí para darles fortaleza, pero son ustedes los que me la han dado a mí. Mientras que nosotros luchamos por las vidas humanas a través de canales diplomáticos, ustedes lo hacen por medio de sus propias vidas, día tras día, año tras año, arriesgando sus hogares, sus empleos y todo su ser”. Les recordó que “el individuo es siempre la fuente de la creatividad económica”.
Obama planea igualmente reunirse con los disidentes cubanos, y debería ofrecerles la misma esperanza.
Reagan además pronunció un famoso discurso en la Universidad Estatal de Moscú, que podemos comparar con el de Obama a los estudiantes universitarios chinos en 2009. Ambos presidentes, los dos grandes comunicadores, destacaron valores y metas que no son exclusivamente estadounidenses sino que son, o deberían ser, universales. No obstante, hubo algunas diferencias evidentes en las filosofías que presentaron.
El presidente Obama defendió elocuentemente la libertad en un país autoritario: “Tampoco creemos que los principios que defendemos son exclusivos de nuestra nación. Estas libertades de expresión y credo – de acceso a la información y de participación política – las consideramos derechos universales”. Pero desaprovechó la oportunidad para recalcar la importancia de la libertad de empresa, los derechos de propiedad y el gobierno limitado como valores estadounidenses. Éstos no son solo las condiciones para generar crecimiento y prosperidad, sino que son el fundamento necesario para la libertad personal y política.
Compárense las palabras de Obama con las de Reagan a los estudiantes soviéticos en 1988. Reagan ensalzó los valores de la democracia y de la actitud de apertura, y señaló que la democracia no es un sistema plebiscitario sino una forma de asegurar que los gobernantes no rebasen lo consentido por los gobernados: “La democracia no es tanto un sistema de gobierno como un sistema para mantener al gobierno a ralla, no intrusivo; un sistema de restricciones sobre el poder para mantener la política y el gobierno en un segundo plano, para que puedan brillar las cosas importantes en la vida, las verdaderas fuentes de valor que solo pueden encontrarse en la familia y en la fe”.
Y también unió todas estas libertades con el compromiso estadounidense hacia la libertad económica. Durante todo el discurso procuró ilustrar a los estudiantes, quienes habían crecido en un sistema comunista, acerca del significado de la libre empresa:
“Algunas personas, incluso en mi propio país, observan el experimento caótico que es el mercado libre y solo ven despilfarro. ¿Qué hacemos con todos los empresarios que fracasan? Bueno, muchos lo hacen sí, en particular los exitosos, y a menudo varias veces. Y si les preguntan por el secreto de su éxito, les dirán que se debe a lo que aprendieron en sus dificultades a lo largo del camino, a la lección obtenida en el fracaso… Lo cual explica por qué es tan difícil que los planificadores gubernamentales, sin importar qué tan sofisticados sean, puedan llegar alguna vez a sustituir a millones de individuos trabajando noche y día para hacer sus sueños realidad. El hecho es que la burocracia es un problema en todo el mundo”.
El presidente Obama dijo algunas cosas importantes delante de los estudiantes chinos. Pero su fracaso a la hora de señalar la centralidad de la libertad económica en el experimento estadounidense – la cual también omitió en un discurso de ceremonia de graduación un año antes – podría llevar fácilmente a sus oyentes a concluir que se preocupa poco por la libertad económica. La semana que viene tendrá una oportunidad para descartar esta preocupación cuando se dirija a los cubanos.
Obama podría sostener que China ya se había acercado al capitalismo cuando la visitó, con lo que tendría sentido el haberse centrado exclusivamente en las libertades civiles y políticas. Ese no es el escenario en Cuba, que sigue anunciando pequeños pasos hacia la apertura de los mercados sin proporcionar demasiada evidencia al respecto. En este sentido, el presidente necesita hablar directamente a los cubanos sobre derechos humanos, libertad política, libertad de expresión, y las libertades de mercado que sostienen a las anteriores y brindan prosperidad. Cuba no necesita un plan central para el capitalismo, solo necesita comenzar a levantar las restricciones sobre la normal actividad económica.
El presidente debería adoptar el enfoque de Reagan, aunque no proporcione dividendos inmediatamente. El cambio en Cuba será gradual. Lo cual no modifica la necesidad – sino que la hace más imperiosa – que tiene el líder del mundo libre de ofrecer a los cubanos una salida hacia delante.
Un año después de la visita de Reagan a Moscú y, lo que fue más importante, cuatro años después de que el reformista Gorbachev llegara al poder en la Unión Soviética, las revoluciones pacíficas en la Europa del Este acabaron con el control soviético. Dos años después, la propia Unión Soviética terminó disolviéndose. Desconocemos cuánto tiempo le llevará a Cuba pasar de un estado autocrático socialista a una democracia de libre mercado. Pero los cubanos venerarían a Obama si el régimen castrista contemplara una disolución similar, y si las palabras del presidente ayudaran a inspirar dicha transformación.

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